lunes, 9 de mayo de 2011

TREINTA DÍAS CON JEREMÍAS (10)

EL DOLOR DE JEREMÍAS POR SU PUEBLO

Texto para estudio: Jeremías 8.18 al 9.5


- ¿Por qué dice Jeremías que su "dolor no tiene remedio"?

- Jeremías expresa dos posibles reacciones usando la palabra 'ojalá', vv. 9.1,2; ¿cuáles son y qué quieren decir?


Las lágrimas de un hombre fuerte no son usuales y aquí Jeremías se deja abandonar al pesar. El profeta escucha los ayes del pueblo por todo el país y las lágrimas descargan el corazón sobrecargado. Sus lágrimas nos hacen recordar las de Jesús y de Pablo.

Amamos porque Dios nos amó primero. Sufrimos cuando sufre el prójimo. La indiferencia y el 'no te metas' no son opciones para quien ha experimentado el amor de Dios. Nosotros no podemos cruzar a la otra vereda de la misma manera que Jeremías no pudo dejar de anunciar el amor de Dios a Israel. De esta manera quien les advertía al pueblo de los resultados trágicos del pecado, era el que lloraba y sufría por el dolor de los demás. Como miembro del pueblo, Jeremías también sufría con el pueblo, aunque no había participado en su pecado.

El pueblo de Galaad fue famoso en la antigüedad por sus bálsamos que sanaban las heridas físicas. Pero ni en Galaad había remedio o médico que pudiese curar la herida profunda de Israel. El único remedio era el arrepentimiento y en vano Jeremías buscaba cualquier indicio de eso --y esto profundizó su dolor. Israel había rechazado el único médico capaz de curarla.

Por más que Jeremías comprendiera los sufrimientos de su pueblo, nunca trató de minimizar su corrupción y maldad. Esa degradación era tan grande que él deseaba escapar al desierto donde no sufriría el engaño, la calumnia y la burla. Dios afirma que "han ido de mal en peor" y, "no han querido reconocerme".

Cuando nosotros conocemos el amor y el poder de Dios es tremendamente angustiante ver a alguien rechazarlo y seguir sufriendo.

¿Veo el sufrimiento de mi pueblo?

¿Cómo lo vivo?

¿Cómo lucho para que mi pueblo vuelva a Dios?

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La finalidad de estos estudios es desafiarte a tomar compromiso con Dios, aunque eso signifique trabajar y sufrir junto a su pueblo, tal como lo hizo Jeremías.

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Oración: Ayúdame, Señor, a acompañar a mi pueblo con perseverancia y compasión. Amén.

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TREINTA DÍAS CON JEREMÍAS - Un amor esperanzado

Serie de devocionales

-Juan Harrower


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