LOS RESULTADOS TRÁGICOS
Texto para estudio: Jeremías 2.14-19
¿Qué está sucediendo en Israel?
Y, ¿por qué razón sucede esto?
¡Qué desatre! Asiria ya se llevó 10 de las tribus de Israel como esclavos y lo saquearon. Los habitantes que se quedaron están en ruinas y sufren humillación por lo que les va a ocurrir. Pero esta Israel sufrida, ¿no es la que Dios tomó como esposa para protegerla y bendecirla? ¿Qué pasó con los sueños de los novios? La novia había abandonado la casa y como consecuencia había perdido su temor de Dios. Ahora respetaba y temía los poderes terrenales en lugar del Señor todopodeoroso.
Porque las naciones de Egipto y Asiria abundaban en riqueza y poder, Israel quería beber las aguas del Nilo y del Éufrates. Pero confiar en tales refugios y no en el auxilio de Dios fue una terrible equivocación. Esas alianzas con otros países eran el medio de su propia degradación y destrucción, y al buscarlas dejaron a Dios su protector. Debemos aprender a no beber del Nilo o del Éufrates, los pozos que atraen por su espectacularidad y apariencia de seguridad. Nuestra fuente la hallamos en el manantial del agua de la vida (Apocalipsis 21.6). La estupenda estupidez del pecado es que termina contagiándonos y así revela su carácter. Aquello que parecía tan atractivo no resulta gratificante cuando se concreta: el cargo de la culpa al recordar la maldad --cosechamos lo que sembramos (Gá 6.7-8). El pecado mismo es su propio castigo.
El remedio para el pecado se logra con una clara percepción de la realidad: «piensa y verás», dijo Dios (v 19). En el relato del Hijo Pródigo, en el Nuevo Testamento, a las fiestas y vida desenfrenada en el país lejano, se sumaban luego el hambre, la deserción de sus amigos, el cuidar cerdos, las ganas de comer algarrobas, la degradación y la suciedad --toda aquella miseria, hasta que al fin se puso a pensar: "regresaré a casa de mi padre" (Lc 15.11 ss).
Israel sufría como consecuencia de haber abandonado a Dios. ¿Sufrimos como consecuencia de pecado, la infidelidad a Dios? ¿Queremos arrepentirnos y regresar a casa del Padre?
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Ser fieles a Dios: una misión diaria.
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