lunes, 2 de noviembre de 2015

PARA TOMAR EN CUENTA

LA JUNTA DE LA IGLESIA
Por: Luciano Grillo Gutiérrez
Ideas propias y ajenas

    La JUNTA DE LA IGLESIA se puede definir como: "Un grupo de creyentes con visión que han sido seleccionados o elegidos para guiar a la iglesia local, y que ha sido designada con autoridad para tomar decisiones, administrar y apoyar al pastor y su equipo de trabajo".
    La junta de la iglesia es clave para el eficiente funcionamiento de la iglesia local. Por este motivo los miembros necesitan visión, motivación, orden y sobre todo mucho compromiso para desarrollar su trabajo. Ello sólo lo lograrán si están suficientemente informados y orientados con respecto a su papel como miembros de la junta y del rol de ésta dentro de la organización.
    Enfatizando la importancia del trabajo de la junta y lo difícil que éste puede ser, la siguiente frase nos declara una gran verdad: "Una buena junta directiva es una victoria, no un regalo" (Cyril Houle). Y ésa victoria sólo se puede lograr a través del trabajo coordinado en equipo.
    La junta no ha sido nombrada ni para controlar al pastor ni para mandarlo. La junta servirá como cuerpo consejero para el pastor y le ayudará en su ministerio para evitar que él se vea abrumado por la carga de enfrentar solo todas las responsabilidades que exige el ministerio pastoral.
    Para la elección de los miembros de la Junta de la Iglesia, nuestro Manual hace la siguiente recomendación: "Aconsejamos a nuestras iglesias locales que elijan como oficiales sólo a personas que profesen la experiencia de la entera santificación y cuyas vidas dan testimonio público de la gracia de Dios que nos llama a una vida santa; que estén en armonía con las doctrinas, el gobierno y las prácticas de la Iglesia del Nazareno; y que sostengan fielmente a la iglesia local con su asistencia y sus diezmos y ofrendas." "Permaneciendo en comunión sincera con la iglesia , no hablando mal de ella, sino totalmente comprometidos con sus doctrinas y costumbres, y participando activamente en su testimonio y expansión continuos." (39.; 27.3). 
    Dios busca hombres y mujeres íntegros. La Biblia dice que David "Apacentó a su pueblo con la integridad de su corazón". ¿Qué es ser íntegro? Simplemente que lo que se dice coincida con lo que hace. Eso es ser íntegro, consistente. No es aquella persona que muestra cara de piedad en la iglesia, que cita versículos bíblicos en todo momento y se cuida de no herir a nadie, pero que al salir a la calle se convierte en un francotirador, todo el mundo le apesta, habla mal de todos, no aguanta al pastor.
    No. Esos hombres y mujeres están cavando su propia fosa porque, según dice la epístola de Santiago, a Dios "Le place llevarle la contra a los soberbios." El íntegro tiene las manos limpias y el corazón puro.


VOCES DEL PASADO

¿ES MANUAL? ¿O SÓLO UN LIBRO?
Por: H. T. Reza
    
    "MIRA POR TI MISMO y por la enseñanza", le encareció Pablo a Timoteo, su hijo en la fe. "Persevera en estas cosas; porque haciendo esto, a ti mismo salvarás y también a los que te oyen". 1 Timoteo 4.16, VM.
    Podríamos aplicar este pasaje a puntos de doctrina esenciales a nuestra iglesia. Todos ellos deben vigilarse por nuestras congregaciones. O también podríamos disertar sobre los sacramentos señalando su importancia. Me temo que algunos tengan ideas extremas  o equivocadas en relación con el Bautismo o la Cena del Señor. Siendo los sacramentos ordenanzas de Dios, son privilegios de todo creyente.
    Sin embargo, nos referimos al Manual  de nuestra iglesia que para nosotros es el libro de trabajo y guía, ya seamos ministros o solamente laicos.
    Nuestro Manual contiene: (1) una breve historia de nuestra iglesia, señalando su origen y crecimiento: (2) las doctrinas y postulados fundamentales de nuestra denominación, así como su ritual: (3) las leyes de nuestras organizaciones e individuos miembros; (4) los objetivos de nuestra iglesia.
    El conocimiento que tengamos de nuestro Manual produce respeto, amor y comprensión. Los principios doctrinales de nuestra Disciplina deben de tal manera dominar nuestros afectos, que se convierten en fundamento sólido de nuestra conducta, que a su vez es el fundamento para la predicación del evangelio de Jesucristo.
    Mas quizá usted digo: "Yo no creo en ciertas cosas que el Manual dice". Es privilegio suyo creer en una cosa u otra, pero resulta obvio que como miembro de nuestra iglesia, o usted ha escogido su grupo mal, o necesita despejar su mente y darse cuenta de que hay una diferencia entre los deseos egoístas de un hombre natural y los principios de vida santa proclamados por la Palabra de Dios y embonados en nuestro Manual. 
    Este libro ha sido arreglado por hombres de Dios después de mucha oración y estudio. ¿Cree usted que la opinión suya es mejor sin la prueba de los años, que la del Manual, cuando este ha rendido suficiente prueba y utilidad a través de un siglo?
    Hay un sentido en que las normas de nuestro Manual epitomizan la conciencia y el genio de nuestra denominación. Estas normas están basadas en la Palabra de Dios, y siendo que esta Palabra no cambia, no hay razón para para cambiar la posición doctrinal del Manual. Si el fundamento no cambia, la superestructura debe permanecer en su lugar.
    Se nos critica a veces diciendo que en lugar de predicar a Cristo, predicamos el Manual .
Quizá este extremo se encuentre en una que otra vez. Pero cuando así sucede, se ha malinterpretado el propósito de este libro de disciplina. Pero el otro lado, no es menos criticable el hecho de que aunque el Manual permanezca intacto, la práctica común de las congregaciones y miembros sea tan diferente  que aún traiga reproche a todo el grupo.
    No. Si el Manual ha de rendir su objetivo, debe ser la declaración de normas de conducta y la base de la práctica de esta conducta. Dice la Junta de Superintendentes Generales: "Es deber de todos los que se identifican con la Iglesia del Nazareno, adquirir un conocimiento completo del Manual y vivir en armonía con sus doctrinas, sus reglamentos de Conducta y su gobierno."
    Abogamos por un énfasis continuo de nuestro Manual para evitar que el libro sea el hazmereir de los cínicos, y el desprecio de los que nos observan.

-Tomado de EL HERALDO DE SANTIDAD