martes, 25 de agosto de 2009

CRISTIANOS DALTÓNICOS*

Por Luciano Grillo Gutiérrez


El apóstol Pablo aconsejó a Timoteo: «Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina» (1 Tim 4.16). «...tú has seguido mi doctrina,... pero persiste tú en lo que has aprendido y te persuadiste...» (2 Tim 3.10, 14).

El interés del apóstol era que la doctrina por él enseñada se mantuviera pura y ortodoxa; que Timoteo no enseñara nada como verdad, sino sólo lo que Dios ha revelado.

Timoteo había tenido durante mucho tiempo la oportunidad de conocer a Pablo y aprender de primera mano la sana doctrina, por la cual era capaz de juzgar entre el apóstol y los falsos maestros y discernir con toda facilidad las enseñanzas de Pablo y las enseñanzas de los falsos maestros.

Para Timoteo sólo hay una manera de no ser engañado y de que él mismo no engañe a otros: permanecer en lo que ha aprendido y le ha sido confiado, en lo que ha sabido aceptar como digno de fiabilidad, a saber, en el Evangelio de la salvación por Cristo Jesús, y en toda la palabra de Dios. Esto debe retener firmemente , y en ello persistir. Pues, sólo si retenemos fuertemente el Evangelio, permaneceremos en él y no nos equivocaremos ni nos descarriaremos del buen camino.

Lo que Pablo le había enseñado y aquello en lo que había confiado, era el Evangelio mismo, sin añadiduras humanas. Por eso Pablo puede decirle llana y enfáticamente: «Persiste en lo que has aprendido; no te apartes del Evangelio». Apartarse del Evangelio tan diáfamente trasmitido habría significado para él, venir a parar en un camino falso, y conducir a otros por una senda de error.

Uno de los principales motivos por el cual escribo este artículo, es a raíz, que no sólo en esta ciudad, sino también en el Perú y en otras partes se extiende día a día una forma de predicación que considerada a la luz de la Biblia es básicamente veneno para las almas. Creo firmemente que predicar el Evangelio incluye también la denuncia del error (Judas 1.3).

Por ende, mi propósito no es caer en una «posición crítica pasiva» sino más bien : "alertar» a quienes pueden ser víctimas espirituales de las falsas enseñanzas, para que se aparten y busquen la verdad en Jesucristo y las Escrituras (Jn 5.39).

Con honda preocupación veo que cada día viene surgiendo una generación de «cristianos daltónicos»*, que no saben distinguir entre la verdad de Dios y el «falso evangelio», el cual se está introduciendo muy sutilmente en las congregaciones, creando confusión por no ser UN EVANGELIO BÍBLICO.

En febrero de 1996 hubo un terrible choque de trenes en Nueva Jersey. Dos trenes chocaron frontalmente. Tres personas murieron, incluyendo los dos maquinistas. Otras 158 personas resultaron heridas.

Después de más de un año de llevar a cabo una investigación y un análisis cuidadosos, la Junta Nacional de Seguridad para el Transporte concluyó que sabía por qué chocaron los trenes: Uno de los maquinistas padecía de daltonismo*, por lo que no podía distinguir los colores.

Ahora bien, eso no puede parecer una gran cosa. Pero cuando las luces de advertencia son rojas y uno no distingue el color rojo, bueno, ya podemos imaginar el desenlace.

El maquinista nunca había informado su condición durante sus exámenes médicos. ¿Por qué? ¿Le gustaba demasiado su trabajo? ¿Tenía miedo de perder el tiempo que había dedicado a su empleo? ¿Vivía en estado de negación? ¿No se daba cuenta totalmente de la gravedad de su secreto? Nunca lo sabremos. Sin embargo, el peso de la evidencia demuestra que el hecho de no poder distinguir los colores tuvo como consecuencia muertes y heridos innecesarios.

Nosotros también, al igual que el maquinista, podríamos estar corriendo a toda velocidad por los rieles de la vida seguidos de muchas personas. Nuestras vidas y nuestras decisiones influyen a amigos, familiares y otros.

Si no estamos seguros de que nuestra doctrina está basada solamente en la teología bíblica, puede que estemos conduciéndonos, a nosotros y a nuestros pasajeros , hacia el desastre.

Conoce las Escrituras. Permanece en lo que has aprendido en la Palabra. Es sólo estudiando y conociendo lo que crees que puedes estar «enteramente preparado para toda buena obra» (2 Tim 3.17). Asegúrate de poder distinguir las diferentes doctrinas.

Cuando Pablo le escribió a los creyentes de Corinto les dijo algo muy interesante, sobre todo viniendo de alguien con tanto conocimiento y facilidad de palabra como lo era él: «Pues me propuse no saber entre vosotros cosa alguna sino a Jesucristo, y a éste crucificado. Y estuve entre vosotros con debilidad y mucho temor y temblor, y ni mi palabra ni mi predicación fue con palabras persuasivas de humana sabiduría, sino con demostración del Espíritu y poder» (1 Cor 2.2,3).

No nos engañemos, Dios no necesita crear un «ambiente» para actuar, no necesitamos música suave para que el Espíritu «fluya» mejor.; no es necesario manipular los sentimientos y emociones para que las personas se conviertan. En otras palabras: Dios no necesita del hombre , sus conocimientos, su tecnología o sus habilidades para hacer Su obra. Él puede hacer que su Palabra en boca del orador más sencillo, que no viene acompañado de grandes y ostentosos pergaminos, tenga un efecto asombroso.

Jesús dijo: «Erráis ignorando las Escrituras». Nuestros errores vienen de apartarnos o incluso de desconocer Su Palabra. Los grandes problemas para la Iglesia surgen de aquellas enseñanzas que se apartan de la doctrina bíblica y de la fe genuina en Cristo expresada en las Escrituras.

¿Tendremos el celo y la radicalidad para combatir el cristianismo masificado y sin compromiso, la exaltación del emocionalismo y la sensación como criterio del discernimiento espiritual, el sincretismo religioso, la teología de la prosperidad, el ministerio quíntuple, el gozo de la risa (o risa santa), la confesión positiva, soplos y caídas, el G12 (C.Castellanos,Colombia), Creciendo en Gracia (P.R), Pare de Sufrir (E.Macedo, Brasil), por citar tan sólo algunas tendencias que ya están en varias congregaciones; aunque esta lucha no sea una actitud muy popular en nuestras congregaciones?
Ningún creyente renacido por el Espíritu Santo debe practicar tales cosas porque es contrario a la fe cristiana. No debemos aceptar como parte de la doctrina y enseñanza prácticas extra bíblicas que pueden abrir puertas a desvíos doctrinales. Una experiencia personal no basada ni sujeta a la Palabra de Dios escrita, no es garantía de ninguna excelencia espiritual. Es la Palabra de Dios escrita la que debe normar nuestra doctrina y nuestras experiencias.
Pidámosle al Señor discernimiento espiritual para no apartarnos de su guía y su voluntad, para poder mantenernos firmes en Jesús, la Verdad, y siendo fieles a su Palabra no desviarnos con doctrinas humanas.
REFLEXIÓN: ¿Cuánto comprendo realmente la esencia de mi fe? ¿Qué debo hacer, empezando hoy, para fortalecer mi conocimiento de doctrina bíblica?
Si quieres mantenerte en buen camino, sigue las instrucciones de Dios contenidas en las Escrituras.
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*DALTONISMO: Enfermedad de la vista que hace confundir determinados colores con otros o no percibir algunos de ellos.
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sábado, 22 de agosto de 2009

VIRUS MORBUS SABBATICUS

El MORBUS SABBATICUS es un virus muy común en los miembros de la Iglesia y ataca los domingos en la mañana y los días que hay estudio bíblico o cultos de oración. Este virus jamás llega durante la semana cuando hay espectáculos, novelas, juegos de pelota y baloncesto, festivales playeros, obras de teatro, fiestas o "cosas cotidianas" que hacer.
El género del virus es del bacilo Flaquitis du Spirit y de la familia Apaticus Al Siñore y Conjuntivitis Seculares.
La enfermedad, que aparece repentinamente, provoca que el hermano sienta su espíritu desfallecer, el alma contagiada y en desánimo, justamente cuando debe cumplir su misión en la Iglesia y rendirle tributo al Creador. ¡Qué curioso es el MORBUS SABBATICUS!
La plaga nunca llega cuando el hombre hace sus tareas, cumple con el trabajo, va al shopping a hacer compras y viaja a visitar o de paseo. Durante su ausencia se come y se duerme requetebién, pero cerca de la hora de ir a la iglesia le ataca el susodicho sabbaticus y entonces se siente mal, le duele el cuerpo, aumenta el cansancio y la fatiga crece, dice que tiene fiebre y necesita descansar. Sin embargo, tan pronto el servicio finaliza también se fue el virus. Cuando su familia regresa de la Iglesia se encuentra al paciente sano. ¡Milagro, milagro, milagro!
Esto se repite cada semana. Antes del morbus el paciente puede hacer todo lo que proponga o antoje. Anda en perfecta condición, sin malestar del cuerpo, no hay dolencia, el espíritu se siente alegre, ríe, goza, disfruta de la vida, ve la televisión, lee el periódico o alguna revista y nada hace presagiar que esté enfermo. Y cuando el reloj se acerca a las 9.30 de la mañana y las 7.15 de la noche los domingos, las 7.30 de la noche los martes y jueves, se resquebraja el sistema, el virus empieza a atacar y el ciclo de la enfermedad se repite.
LAS CARACTERÍSTICAS PECULIARES DE ESTA ENFERMEDAD SON:
  1. Sólo ataca a los miembros de la Iglesia.
  2. Nunca aparece en otros días de la semana.
  3. Los síntomas pueden variar en cada caso, pero no quita el apetito ni el sueño.
  4. Nunca permanece por más de unas horas en esos días.
  5. Generalmente empieza y ataca al jefe de la familia o esposa y contagia a toda la familia si no se cura a tiempo.
  6. Ninguno llama a un médico para atender el caso.
  7. Es grave y fatal para el alma, todas sus víctimas están en el infierno.
  8. No hay remedio humano para este mal, lo único recomendado por Dios es un sincero arrepentimiento y humillarnos ante El. Suplicar por su gracia y misericordia.
  9. El nuevo nacimiento y la sangre de Cristo es el antídoto.
  10. Es una plaga peligrosa y barre con miles cada año, llevándolos prematuramente a la destrucción.

RECOMENDACIONES:

Si alguno padece esta grave enfermedad, recurra inmediatamente a Jesucristo, Él y su sangre dentro de nosotros no permitirá que esta enfermedad nos ataque y nos destruya antes de que sea tarde...

Atienda esta receta, ofrecida a tiempo antes que sea tarde.

-José "Pachy" Rodríguez

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jueves, 20 de agosto de 2009

EL CARPINTERO Y SUS HERRAMIENTAS

Cuentan que en una carpintería hubo una extraña asamblea. Fue una reunión donde las herramientas discutieron sus diferencias.
El martillo ejercía la presidencia, pero el resto le exigía su renuncia. ¿La causa?: Hacía demasiado ruido, y además se pasaba todo el tiempo golpeando.
El martillo aceptó su culpa, pero pidió también que fuese expulsado el destornillador, alegando que daba muchas vueltas para conseguir algo. El destornillador aceptó los argumentos, pero a su vez pide la expulsión de la lija. Dijo que era muy áspera en el trato con los demás. La lija acató con la condición que se expulsase al metro, el cual siempre medía al otro según su medida, como si fuese el único perfecto.
En ese momento entró el carpintero, juntó a todos e inició su trabajo. Utilizó el martillo, la lija, el metro y el destornillador. La rústica madera se convirtió en hermosos muebles. Cuando el carpintero se fue, las herramientas retomaron la discusión. Pero el serrucho se adelantó a decir: "Señores, quedó demostrado que tenemos defectos, pero el carpintero trabaja con nuestras cualidades, resaltando nuestros puntos valiosos. Por eso, en lugar de fijarnos en nuestras flaquezas, debemos concentrarnos en nuestro puntos fuertes."
Entonces la asamblea entendió que el martillo era fuerte, el destornillador unía y daba fuerza, la lija era especial para limar asperezas, y el metro era preciso y exacto.
Se sintieron como un equipo, capaz de producir cosas de calidad; y una gran alegría los embargó al darse cuenta de la suerte que tenían de trabajar juntos.
Lo mismo ocurre con los seres humanos. Cuando una persona busca defectos en otra, la situación se torna tensa y confusa.
Al contrario, cuando se busca con sinceridad los puntos fuertes de otro, florecen las mejores conquistas humanas.
Es fácil encontrar defectos... ¡cualquiera puede hacerlo! Pero, ¿encontrar cualidades...? ¡Eso es para sabios!!!
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viernes, 14 de agosto de 2009

L E A L T A D

Por Phineas F. Bresee, D.D.
El amor, la reverencia y la devoción son parte de la lealtad. Hay algunas cosas como la patria y la iglesia que demandan lealtad.Cualquier persona que pueda fácilmente ser desviada, probablemente no dará una contribución de gran valor, y cualquier persona que no tenga espíritu de lealtad probablemente contribuirá tan poco en otro lugar como contribuye donde está ahora.
Un verdadero patriota no puede cambiar fácilmente su devoción a la bandera que ha significado tanto para él. Pero si se presenta un nuevo camino, y providencialmente es guiado en sus convicciones y su sentido de obligación para hacer tal cosa, y si escribe su nombre bajo una nueva bandera, se lleva consigo todas las posibilidades de ser leal al país cuya protección ahora busca, y del cual se vuelve parte.
Cuando una persona busca protección de otro país, pero luego en un momento de crisis de éste, regresa a su primera patria, y hasta pelea contra el país que le recibió como extranjero, demuestra que nunca fue digno de la ciudadanía que se le brindó. Su ausencia es más deseable que su presencia.
En la iglesia, donde la relación es todavía más sagrada y delicada, donde hombres guiados por su propia voluntad, han aceptado relaciones entre sí de compañerismo, de amistad y de deberes comunes, aquellos que tratan todo esto a la ligera, o que cortan la relación fácilmente, demuestran que evidentemente estaban allí sólo para ver qué podían obtener, y eran por lo tanto, una debilidad del cuerpo del que decían ser parte. Una iglesia compuesta por personas así no sería fidedigna ni fuerte.
Es imposible pensar que Pablo poseyera o le diera albergue aun por un solo momento a tal clase de disposición. Los que han carecido de lealtad a una causa fallaron en el momento de necesidad. Es posible que Demas haya tenido algunas buenas cualidades. Tal vez cumplió algún servicio bien, y Pablo no acumula muchas palabras contra él. Pero su lealtad suprema a Jesucristo le ganó el desdén duradero de los hombres.
El hombre sobre quien la inspiración divina derrama su condenación más severa fue otrora el amigo, el conocido, el guía y el compañero, con quien el grupo apostólico disfrutaba de la dulce comunión rumbo a la casa de Dios. Pero al final careció de lealtad, y Judas se volvió un hombre con significado inexpresablemnte ruin para todas las edades.
Los que dañan más a la iglesia no son nuestros enemigos jurados, ni los que sencillamente son débiles y caen en pecado; sino las personas que son desleales, las que venden su primogenitura -la confianza de sus hermanos- por un precio, o por una nada.
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¿QUÉ SIGNIFICA SER NAZARENO HOY?

Para nadie es un secreto que, en medio del "renacimiento religioso" que la sociedad global está experimentando, confrontamos el reto de una gran cantidad de nuevos movimientos religiosos cuyas creencias y prácticas se han difundido transversalmente, afectando a las iglesias cristianas de muchas maneras, creando sincretismos sutiles.
Decía Jhon A. Mackay, «Hay momentos en la historia de las personas y de los pueblos, particularmente en tiempos de crisis, cuando la memoria de ayer abre camino hacia el mañana, cuando el despertar de un sentido de herencia se convierte en poderoso determinante de un destino.»
A la luz de estos desafíos conviene preguntarnos: ¿Qué legado hemos recibido de los nazarenos pioneros, nacionales y extranjeros, que con su esfuerzo tesonero llevaron adelante un trabajo que ha impactado a varias generaciones de peruanos? Sin duda hay una herencia que estamos en la imperiosa necesidad de preservar... Seguramente que con el paso del tiempo, hay aspectos de nuestro ministerio como iglesia que tienen que ser revisados y adaptados a nuevos desafíos y circunstancias. Pero, en medio de todo ello, hay un núcleo de elementos que constituyen nuestra herencia como iglesia y que estamos en la responsabilidad de preservar.
Los nazarenos peruanos estamos conscientes de que somos parte de una iglesia con un legado definido. La importante declaración registrada en nuestro Manual, describe a una iglesia que está arraigada en una rica historia cristiana. Por lo tanto, nos consideramos herederos de un legado evangélico que se conecta con la predicación de nuestro Señor Jesucristo.
Los Artículos de Fe dan el mejor testimonio de lo que es nuestro depósito de la fe, según la expresión Paulina. Estos no constituyen simples declaraciones doctrinales sin su correspondiente arraigo vivencial. Más bien, son el constante recordatorio del marco de vida dentro del cual hemos de movernos para el cumplimiento de nuestra misión. La identidad evangélica que caracteriza a nuestra iglesia brota de un serio compromiso con las Escrituras, como nuestra máxima norma de fe y conducta.
Dentro de este legado evangélico, asumimos con integridad el mensaje bíblico de una vida de santidad, como la norma para una fe cristiana que honra a Dios y busca ser útil a sus propósitos. En esta línea nos corresponde a los nazarenos peruanos continuar en la exploración exegética y cultural para que esta verdad bíblica pueda ser captada, vivida y transmitida en nuestros contextos culturales con integridad. Necesitamos relacionar esta enseñanza con la problemática dentro de la cual la iglesia ministra. No debe haber área del quehacer humano que quede excluida de la proclamación e influencia del mensaje de salvación total de Dios en Cristo Jesús.
Los nazarenos peruanos debemos rescatar esta parte de la herencia de nuestros antecesores porque el contexto actual nos lo demanda, para el cumplimiento de la misión, el desarrollo y ejercicio de una fe que puede erguirse en medio de las limitaciones y carencias.
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miércoles, 12 de agosto de 2009

LA ORACIÓN SACERDOTAL DE JESÚS - JUAN 17

Esta famosa oración se denomina con frecuencia en los estudios sobre Juan como la «oración sacerdotal» porque en ella Jesús aparece como mediador entre sus discípulos y Dios. En esta oración aparecen muchos de los temas centrales de la teología de Juan, como gloria-glorificar, conocer, mundo, nombre, envío, amor-amar, unidad, entre otros. Se advierte que el evangelista implica siempre al mundo, a los discípulos, al Padre, y así mismo en cuanto a las relaciones que se establecen entre ellos. Parece ser que el tema central de esta oración es la unidad de todos los creyentes, teniendo como modelo la unidad perfecta que existe entre el Padre y el Hijo. Jesús pide en primer lugar por sí mismo (vv 1-5), luego por sus discípulos (vv 6-19), y finalmente por todos los que habrán de creer en él (vv 20-26).
Es muy significativo que esta oración está colocada precisamente inmediatamente antes de los acontecimientos finales de la vida terrenal de Jesús. Él necesitaba toda la fuerza espiritual posible para enfrentar los cruentos acontecimientos que le esperaban dentro de poco tiempo, y la mejor manera de hacerlo es orando a Dios. Conciente de que su hora ha llegado, pide la glorificación del Hijo, que en este pasaje se relaciona directamente con su poder de dar vida eterna a los suyos. Así, se entiende que la gloria del Hijo no consiste en volver a su estado antes de la encarnación en regiones celestiales, sino en compartir la vida eterna con los creyentes. Y aún más significativo, aquí no relaciona la vida eterna como una vida sin fin solamente, sino principalmente con el conocimiento del Padre y del Hijo: «que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado» (v 3).
La oración continúa centrándose en la petición por sus discípulos, para quienes Jesús pide que sean guardados del mundo y para que puedan guardar la unidad entre ellos. Para el tiempo de la redacción final de esta oración, la unidad de la comunidad cristiana era una condición imprescindible para que pudieran soportar los embates del entorno, caracterizado por la separación del judaísmo rabínico y por brotes de violencia también de parte de las autoridades romanas. Por ello también la oración pide que los discípulos no sean sacados del mundo, porque ese no era el propósito de Dios, sino que en medio del mundo pudieran ellos ser portadores del testimonio respecto del Dios verdadero y de su Hijo Jesucristo. La oración pide principalmente que los discípulos sean protegidos del mundo y santificados en la verdad del mensaje. Jesús espera de ellos una santidad dentro de la conflictividad del mundo, no era una santidad de conventículo que se aparta para poder realizarse.
La parte final de la oración incluye en la súplica a los que aún no son creyentes pero que llegarán a serlo. Esta es expresión del amor envolvente de Jesús, que no sólo tiene preocupación por los que ya creen en él, sino en realidad por todo el mundo. Este tipo de amor y preocupación deben ser siempre modelos a las iglesias, para que nuestra preocupación y nuestro amor abarquen siempre a todo el mundo y no sólo a lo propio. Y así como esta oración es un llamado de Jesús a la unidad, así también las iglesias nos convirtamos en promotoras de unidad hacia dentro y hacia fuera, teniendo como fuerza de cohesión el amor. Además, esta unidad por la que Jesús ora es la posibilidad para que el amor del Padre pueda estar en ella y ella lo pueda compartir con el mundo.
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sábado, 8 de agosto de 2009

EL TIEMPO Y EL VALOR DE LA VIDA

El tiempo y el valor de la vida debe ser siempre tema de reflexión seria. Meditando en la manera en que Dios mira nuestro quehacer diario, Moisés (Salmo 90) repasaba las acciones de su pueblo, y a la vez descubría que a la gente no le importaba el futuro y vivían como si fueran eternos. ¿Es diferente hoy? Frente a los ojos del Dios Altísimo se ve todo lo que hacemos (v. 8), y el apóstol Pablo dice que el Espíritu de Dios «escudriña nuestros corazones" (Romanos 8.27). Así que nuestros pensamientos y nuestros hechos son evidentes a los ojos del que juzgará todas las cosas. Es bueno pensar como Moisés el gran legislador de Israel. Los seres humanos somos como un sueño, somos «como la hierba que crece en la mañana. En la mañana florece y crece; a la tarde es cortada y se seca» (vs. 5-6) y recalca para nuestro entender que el tiempo de nuestra vida es pasajero, si «mil años son como el día de ayer que pasó o como una de las vigilias de la noche» (v. 4) ¿Qué pueden ser 70 u 80 años? (v. 10). La reflexión seria debe llevarnos a clamar como el gran legislador: «Enséñanos de tal modo a contar nuestros días, que traigamos al corazón sabiduría» (v. 12). si hemos de vivir 70 años o más, debemos valorar cada día en el más alto nivel moral y espiritual. Necesitamos considerar nuestras acciones y tomarlas en favor y beneficio de los que nos rodean y más allá de ellos. Debemos invertir nuestro tiempo en trabajo positivo y de beneficio para nuestro prójimo, pero también debemos hacerlo pensando en que ello glorifique al que nos está viendo con sus ojos y que puede influir e3n nuestros pensamientos y nuestras acciones, de manera que estemos claros que la dependencia en el que ha sido para nosotros refugio de generación en generación, también invierta en vastedad sus misericordias (vs. 1, 14) y que como resultado de esa gran bendición podamos alegrarnos y disfrutando cada día al lado de nuestra familia, de nuestros amigos y de nuestros hermanos en la fe de Jesucristo.
-Dr. José Alfaro
Iglesia Hispana del Nazareno
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LA PAJA EN EL OJO AJENO

Con mucha facilidad observamos errores en los demás. Somos profesionales en detectar defectos ajenos, alumnos aventajados en la labor de ver arrugas y manchas desplegadas en los atavíos de otros. En cambio, carecemos de pericia para detectar virtudes, esparcir halagos o mostrar admiración ante un atributo que merece nuestra aprobación.
Si dedicásemos un poco de nuestro tiempo a destapar el frasco que contiene el aroma de la objetividad, quizá pudiésemos exhalar la grata fragancia que desprende el prójimo.
Si tan sólo nos arriesgásemos a mirar los corazones de las personas que nos rodean, puede que las virtudes que pasan desapercibidas nos saliesen al paso, asombrándonos con un ramalazo de humildad.
Procedemos a censurar con indulgencia imitando el comportamiento fariseo, y así creernos más sabios, más justos, más...
Y cuanto más crece nuestro afán por mirar las faltas de otros, mucho más se empequeñece nuestro corazón.
¿Quiénes somos para emitir juicio contra nadie?
Aún sabiendo que no estamos autorizados a hacerlo encontramos implícitas razones para juzgar, zarandeando con palabras o acciones a quienes, a nuestro parecer, son merecedores de tales sacudidas.
Observemos la cantera de la cual fuimos rescatados, el hueco inmenso que allí quedó. Si actuamos justamente veremos que la piedra que sostenemos en nuestra mano lista para ser lanzada, ha de caer a nuestros pies reconociendo su derrota y asimilando que es mucho más sensato servir para edificar que para condenar.

«Quien no es capaz de tener defectos, no es capaz de tener
humanamente grandes virtudes.»
(A. Verri)

EL VALOR DE LOS HECHOS

Se cuenta que cierto día en los tiempos clásicos en Grecia, mientras se celebraban los famosos Juegos Olímpicos se presentó un débil anciano para presenciar el espectáculo, pero llegó tarde y encontró a todos los asientos ocupados.
Pasando frente a los que estaban ocupados por los atenienses ninguno le ofreció el suyo pero llegando a donde estaban ubicados los espartanos todos como un solo hombre se levantaron para dar su lugar al anciano. Viendo esto, un aplauso espontáneo partió de las filas atenienses.
Notando esto el venerable anciano observó: Los atenienses admiran lo que es bueno, pero los espartanos lo practican.
¿Cómo es contigo, querido lector?
«No amemos de palabra ni de lengua, sino de obra y verdad.»
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LAS HUELLAS

Una noche un hombre tuvo un sueño. Soñó que caminaba en la orilla de una playa con el Señor. A través del cielo se proyectaban escenas de su vida. En cada escena veía dos pares de huellas de pies en la arena: un par pertenecían a él y el otro, al Señor.
Cuando la última escena de su vida se proyectó ante él miró hacia atrás, a las huellas en la arena. Notó que muchas veces a lo largo del sendero de su vida, había solamente un par de huellas. También notó que esto coincidía con los momentos más tristes y solitarios de su vida.
Esto realmente le molestó y le preguntó al Señor: «Señor, Tú dijiste que una vez que yo decidí seguirte, Tú caminarías conmigo todo el camino, pero he notado que en los momentos más difíciles de mi vida, hay solamente un par de huellas. Yo no comprendo por qué cuando más te he necesitado, me has dejado sólo.»
El Señor le contestó: «Hijo mío, mi querido hijo, yo te amo y nunca te he dejado. Durante tus momentos de prueba y sufrimiento, cuando tú has visto únicamente un par de huellas, eran entonces cuando yo te cargaba.»
-Autor desconocido
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jueves, 6 de agosto de 2009

FORTALEZA Y DEBILIDAD EN LA RESPUESTA DEL HOMBRE

Ustedes, los que van tras la justicia y buscan al Señor, ¡escúchenme! Miren la roca de la que fueron tallados, la cantera de la que fueron extraídos. Miren a Abraham, su padre, y a Sara, que los dio a luz. Cuando yo los llamé, él era solo uno, pero lo bendije y lo multipliqué. Isaías 51.1-2 NVI
Aunque parezca mentira es posible manifestar estas dos condiciones aún siendo hombres de Dios: fortaleza y debilidad.
Fortaleza es la condición que lleva al hombre a responder afirmativamente al llamado de un claro testimonio de fe y obediencia a la voz de Dios, al punto que a veces parecen decisiones irracionales para el resto de los hombres y debilidad la que se manifiesta, curiosamente, en el vano intento de llevar a cabo la tarea encomendada por Dios a la manera que el hombre quiere... y por los temores, al menos al comienzo; porque como en tantos aspectos, el hombre que vive a los pies del altar también necesita tiempo para madurar. Esta es la única manera de poder manifestar en toda su plenitud la fortaleza y el poder de Dios en su vida.
Desde que Abraham inició la construcción de altares escuchó la misteriosa voz del Señor y se acostumbró a la existencia de un llamado cuya naturaleza todavía no alcanzaba a comprender totalmente. Dios cumple sus promesas y a su tiempo se dan todos sus propósitos para con sus siervos.
-H.P.
ORACIÓN:
--Señor, dame fortaleza para esperar en tus tiempos.
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sábado, 1 de agosto de 2009

EL LIBRO DE ESTER

El libro de Ester forma parte de los llamados Escritos o Ketubim, tercera sección de la Biblia Hebrea. Junto con Cantares, Lamentaciones, Rut y Eclesiastés, conforman el Meguilot, conjunto de cinco rollos que se leen en las festividades solemnes.
Su incorporación al canon hebreo se produjo recién en el s III d.C. y algunos estudiosos sostienen que dicha incorporación se debió a la relación entre el libro y la institucionalización de la festividad del Purim. Por su parte, la Iglesia de Occidente lo reconoció como canónico recién en el s IV, y la de Oriente, no lo hizo sino hasta el s VIII.
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