martes, 28 de junio de 2011

UNIDAD EN LA FE

Arísitides, un apologista de la fe cristiana del siglo II, escribió lo siguiente: «Se aman entre sí. Nunca dejan de ayudar a las viudas; libran a los huérfanos de aquellos que les harían daño. Si tienen algo, lo dan libremente al que no tiene nada; si ven a un extraño, lo llevan a su casa y son felices, como si fuera un verdadero hermano. No se consideran hermanos en el sentido habitual, sino hermanos más bien por medio del Espíritu, en Dios.»

Como seres humanos, todos pertenecemos a la misma familia. A pesar de que estamos divididos por toda suerte de barreras y diferencias, en el fondo todos somos iguales (Hechos 17.26).

Entonces, como creyentes en Jesucristo, sean cuales fueren nuestras diferencias --denominaciones, preferencias, estilos de adoración--, somos un cuerpo espiritual que reconoce al mismo Padre celestial (Efesios 4.4-6). El ejemplo de nuestros antepasados espirituales puede ser un desafío instructivo para nosotros como discípulos de Jesús en este siglo.

Hagamos todo lo posible para demostrar nuestra unidad en Cristo. La unidad en nuestra diversidad es el testimonio más eficaz para este mundo fracturado por el pecado.


-VCG

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