domingo, 5 de junio de 2011

LA GRANDEZA DE LA GRATITUD

Jesús iba de camino a Jerusalén cuando diez leprosos se le acercaron. Permaneciendo a distancia, como se les exigía a los leprosos que hicieran, lo llamaron: «¡Jesús, Maestro! ¡Ten misericordia de nosotros!» (Lucas 17.13).

Cuando Jesús los vio les mandó: "«Id y mostraos a los sacerdotes.» Y mientras se iban fueron sanados.

Uno de ellos, cuando vio que había sanado, regresó, se postró a los pies de Jesús y le dio gracias. «¿Dónde están los otros nueve?» --preguntó Jesús. ¡Buena pregunta!

Jesús se refirió al hombre agradecido como un samaritano --un extranjero-- tal vez para subrayar su dicho de que «los hijos de este siglo son más sagaces . . . que los hijos de luz» (16.8). La palabra que se traduce «sagaces» significa «considerados». A veces, las personas del mundo tienen mejores modales que los seguidores de Jesús.

Debido a las ocupaciones de la vida, puede que olvidemos dar gracias. Alguien ha hecho algo por nosotros: nos han dado un regalo, han hecho alguna tarea, han dado un sermón oportuno, han provisto de una palabra de consejo o consuelo. Pero nosotros no dimos las gracias.

¿Acaso alguien ha hecho algo por ti esta semana? Llama a ese amigo o envíale una nota de agradecimiento. Después de todo, el amor «no se comporta con rudeza» (1 Corintios 13.5, NVI).

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