Sólo somos vasos de barro y que el valor no está en nosotros mismos, sino en la obra extraordinaria que el Alfarero está haciendo en nosotros. Él escogó lo vil y despreciado del mundo; Él comenzó la buena obra en nosotros y promete que la culminará hasta el día de Jesucristo. No hay lugar para la jactancia, la arrogancia ni la vanidad. Nada es nuestro, todo le pertenece al Alfarero quien presentará a sí mismo su obra cuando ya esté terminada.
jueves, 14 de junio de 2012
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