En un mundo peligroso, es bueno recordar que a la larga nuestra seguridad y protección están en manos de Dios. David recordó un tiempo en que se sintió totalmente alejado de la auyda de Dios. Pero aprendió que incluso en situaciones desesperadas, Dios esconde a los que le temene «en lo más recóndito de tu presencia...les da[s] refugio» (Salmo 31.20).
Dios siempre sabe dónde estamos. No hay lugar adonde Él no pueda ver nuestra necesidad ni escuchar nuestro clamor. «...tú escuchaste mi voz suplicante en el momento que ati clamé» (v 22).
«Ustedes, los que esperan en el Señor -exclamó el salmista- ¡esfuércense, y cobren ánimo!» (v 24).
-Versión: Reina-Valera Contemporánea
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