viernes, 10 de agosto de 2012

LUZ COTIDIANA

Yo soy el Señor, que los santifico.

      Yo soy el Señor su Dios, que los ha apartado de los pueblos. Ustedes tienen que serme santos, porque yo, el Señor, soy santo. Yo los he apartado a ustedes de los otros pueblos, para que sean míos.
      Amados por Dios Padre, resguardados por Jesucristo.-Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad.-Que el mismo Dios de paz los santifique por completo; y que guarde irreprensible todo su ser, espíritu, alma y cuerpo, para la venida de nuestro Señor Jesucristo.
      Jesús sufrió fuera de la puerta, para santificar así al pueblo mediante su propia sangre.-Nuestro salvador Jesucristo, quien se dio a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad y purificar para sí un  pueblo propio, celoso de buenas obras.-Porque el  mismo origen tienen el que santifica y los que son santificados. Por eso no se avergüenza de llamarlos hermanos.-Y por ellos yo me santifico a mí mismo, para que también ellos sean santificados en la verdad.-Según el propósito de Dios Padre mediante la santificación del Espíritu, para obedecer a Jesucristo y ser limpiados con su sangre.

      Levítico 20.8; 20.24, 26; Judas 1; Juan 17.17; 1 Tesalonicenses 5.23; Hebreos 13.12; Tito 2.13, 14; Hebreos 2.11; Juan 17.19; 1 Pedro   1.2.

Versión: Reina-Valera Contemporánea -  2011
     

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