lunes, 11 de julio de 2011

TENER INTELIGENCIA NO ES SUFICIENTE, SE REQUIERE OBEDIENCIA Y SUMISIÓN A LA SANTIDAD Y VOLUNTAD DE DIOS

¿Por qué la gente inteligente hace cosas que no son inteligentes? Una y otra vez escuchamos lamentables y desconcertantes noticias acerca de personas con elevados coeficientes de inteligencia que fallan en el área del discernimiento moral, lo que los lleva a trágicos resultados.


Obviamente, un buen cerebro no es suficiente para impedir que una persona haga malas elecciones.


Esto contradice la creencia de algunos de que una mejor educación puede resolver las enfermedades de la sociedad. Este razonamiento va así:


«Si educamos a las personas sobre cualquier 'peligro', se supone que no cometerán ninguna acción que los ponga en ese 'peligro' y por lo tanto, se evitarán consecuencias desagradables»


Pero la experiencia y la Biblia nos dicen otra cosa. De hecho, el hombre más inteligente que jamás vivió podría servir como el modelo de las malas elecciones.


El rey Salomón del antiguo Israel, autor de gran parte del libro de los Proverbios, escribió:


«Con toda diligencia guarda tu corazón» (Proverbios 4.23) y


«En el corazón prudente reposa la sabiduría» (Proverbios 14.33).


A pesar de conocer la relación entre el corazón y la sabiduría, el rey Salomón desobedeció a Dios casándose con mujeres extranjeras que «desviaron su corazón tras otros dioses» (1 Reyes 11.4). Como resultado de ello, el Señor le dijo: «Ciertamente arrancaré el reino de ti» 1 Reyes 11.11).


La capacidad para tomar buenas decisiones demanda un corazón obediente a Dios por amor a su nombre.


Un corazón obediente a Dios, que ha renunciado a los deseos y pasiones de la carne y del mundo, pues son estos deseos y pasiones, que salen del corazón del hombre y de la mujer, lo que los lleva a la perdición, a pesar de lo inteligentes que sean.


Pidamos a Dios "sabiduría" para gobernar en primer lugar, nuestra propia persona, de tal manera que ejerzamos dominio propio sobre nosotros mismos.


Salomón pidió sabiduría para gobernar a Israel pero no fue capaz de gobernarse así mismo.


El rey David, después de su triste caída con Betsabé, le pidió a Dios le concediera "un corazón puro" y que renovara "un espíritu recto dentro de mí" para andar en su camino (Salmo 51.10-13).


No seamos necios, sino sabios y sometámonos en amor, a la obediencia a Cristo Jesús, en todo, llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo (2 Corintios 10.3-6) y nos gozaremos de su verdad y de sus bendiciones y no temeremos mal alguno (Salmo 23).


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-Rev. Luciano Grillo Gutiérrez


Iglesia del Nazareno, Lima


-Rev. Carlos D. Gastelú V.


Iglesia Evangélica Metodista, Piura

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