martes, 5 de julio de 2011

PENSAMIENTO Y ORACIÓN

Agustín fue uno de los pensadores cristianos más brillantes de todos los tiempos. Lo interesante es que él hacía algunas de sus oraciones más eficaces e íntimas mientras se encontraba reflexionando profundamente. Agustín era lo que podía llamarse un «pensador que oraba». Muchas veces Agustín comenzaba un razonamiento y lo concluía con una oración. A continuación un ejemplo de sus Confesiones, una de sus obras sobre teología:


«Demasiado tarde llegué a amarte, oh belleza antigua y siempre nueva; demasiado tarde llegué a amarte . . . Me llamaste; sí, incluso abriste mis oídos sordos. Tus rayos brillaron sobre mí y disiparon mi ceguera.»


Estas no son meditaciones aburridas de algún pseudoteólogo ni de un filósofo de pacotilla. Son los pensamientos de alguien que tiene una apasionada vida de oración.


El pensamiento en actitud de oración no es exclusivo de Agustín. David ponderaba la belleza de la creación y se sentía apremiado a adorar a su Creador: «Miro el cielo, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que has fijado , ¿qué es el mortal para que te acuerdes de él, el ser humano para que de él te ocupes?» (Salmo 8.4-5, BLPH)


A medida que vamos por la vida, nuestros profundos pensamientos y sentimientos y nuestras oraciones se pueden entretejer. Ver la belleza de la naturaleza, o incluso resolver un problema, pueden ser oportunidades para pensar y orar al mismo tiempo.


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EL PENSAR Y ORAR AL MISMO TIEMPO NOS

LLEVA A DAR GRACIAS CON PROPÓSITO

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-Dennis Fisher

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