martes, 26 de abril de 2011

SABIDURIA DE LO ALTO

«Yo descenderé para hablar contigo, y compartiré con ellos el Espíritu que está sobre ti

para que te ayuden a llevar la carga que te significa este pueblo» - Números 11.17


Las quejas, rebeliones, y la incredulidad permanente, produjeron un desgaste espiritual en la persona de Moisés, llegando a tal punto su desaliento que pudo decir al Señor, derramando su corazón ante su presencia: ¿Por qué me has dado esta carga, esta gran responsabilidad?

Y el espíritu de sabiduría fue repartido en setenta ancianos que compartieron su carga. . .

Pero había alguien más a quien Dios estaba preparando: Josué, fielmente instruido para una vida de fiel servicio a Moisés (Nm 27.18; Dt 34.9). Muchos años de entrega constante permitieron que reposara en él la plenitud de la bendición, la unción de Dios descansaba sobre la vida de un hombre consagrado totalmente a Él.

Fue honrado delante de los ancianos, fue puesto en alto en una celebración pública con el fin de que todos lo respetaran: «Fue lleno del Espíritu de Sabiduría».

A Josué le fueron confiadas cualidades espirituales para guiar al pueblo en una etapa de transición, y poder para enfrentar las poderosas huestes del mal, y los temibles guerreros.

La guía para las estrategias y pasos a seguir, eran obtenidas de su dependencia del Espíritu de Dios, el cual le otorgaba: valor, fe y sabiduría.

Como hijos de nuestro Padre celestial necesitamos ser investidos con carácter de urgencia de esas mismas virtudes, virtudes que nos darán la victoria en la tierra a la que Dios nos ha llamado a conquistar.

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