martes, 25 de agosto de 2009

CRISTIANOS DALTÓNICOS*

Por Luciano Grillo Gutiérrez


El apóstol Pablo aconsejó a Timoteo: «Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina» (1 Tim 4.16). «...tú has seguido mi doctrina,... pero persiste tú en lo que has aprendido y te persuadiste...» (2 Tim 3.10, 14).

El interés del apóstol era que la doctrina por él enseñada se mantuviera pura y ortodoxa; que Timoteo no enseñara nada como verdad, sino sólo lo que Dios ha revelado.

Timoteo había tenido durante mucho tiempo la oportunidad de conocer a Pablo y aprender de primera mano la sana doctrina, por la cual era capaz de juzgar entre el apóstol y los falsos maestros y discernir con toda facilidad las enseñanzas de Pablo y las enseñanzas de los falsos maestros.

Para Timoteo sólo hay una manera de no ser engañado y de que él mismo no engañe a otros: permanecer en lo que ha aprendido y le ha sido confiado, en lo que ha sabido aceptar como digno de fiabilidad, a saber, en el Evangelio de la salvación por Cristo Jesús, y en toda la palabra de Dios. Esto debe retener firmemente , y en ello persistir. Pues, sólo si retenemos fuertemente el Evangelio, permaneceremos en él y no nos equivocaremos ni nos descarriaremos del buen camino.

Lo que Pablo le había enseñado y aquello en lo que había confiado, era el Evangelio mismo, sin añadiduras humanas. Por eso Pablo puede decirle llana y enfáticamente: «Persiste en lo que has aprendido; no te apartes del Evangelio». Apartarse del Evangelio tan diáfamente trasmitido habría significado para él, venir a parar en un camino falso, y conducir a otros por una senda de error.

Uno de los principales motivos por el cual escribo este artículo, es a raíz, que no sólo en esta ciudad, sino también en el Perú y en otras partes se extiende día a día una forma de predicación que considerada a la luz de la Biblia es básicamente veneno para las almas. Creo firmemente que predicar el Evangelio incluye también la denuncia del error (Judas 1.3).

Por ende, mi propósito no es caer en una «posición crítica pasiva» sino más bien : "alertar» a quienes pueden ser víctimas espirituales de las falsas enseñanzas, para que se aparten y busquen la verdad en Jesucristo y las Escrituras (Jn 5.39).

Con honda preocupación veo que cada día viene surgiendo una generación de «cristianos daltónicos»*, que no saben distinguir entre la verdad de Dios y el «falso evangelio», el cual se está introduciendo muy sutilmente en las congregaciones, creando confusión por no ser UN EVANGELIO BÍBLICO.

En febrero de 1996 hubo un terrible choque de trenes en Nueva Jersey. Dos trenes chocaron frontalmente. Tres personas murieron, incluyendo los dos maquinistas. Otras 158 personas resultaron heridas.

Después de más de un año de llevar a cabo una investigación y un análisis cuidadosos, la Junta Nacional de Seguridad para el Transporte concluyó que sabía por qué chocaron los trenes: Uno de los maquinistas padecía de daltonismo*, por lo que no podía distinguir los colores.

Ahora bien, eso no puede parecer una gran cosa. Pero cuando las luces de advertencia son rojas y uno no distingue el color rojo, bueno, ya podemos imaginar el desenlace.

El maquinista nunca había informado su condición durante sus exámenes médicos. ¿Por qué? ¿Le gustaba demasiado su trabajo? ¿Tenía miedo de perder el tiempo que había dedicado a su empleo? ¿Vivía en estado de negación? ¿No se daba cuenta totalmente de la gravedad de su secreto? Nunca lo sabremos. Sin embargo, el peso de la evidencia demuestra que el hecho de no poder distinguir los colores tuvo como consecuencia muertes y heridos innecesarios.

Nosotros también, al igual que el maquinista, podríamos estar corriendo a toda velocidad por los rieles de la vida seguidos de muchas personas. Nuestras vidas y nuestras decisiones influyen a amigos, familiares y otros.

Si no estamos seguros de que nuestra doctrina está basada solamente en la teología bíblica, puede que estemos conduciéndonos, a nosotros y a nuestros pasajeros , hacia el desastre.

Conoce las Escrituras. Permanece en lo que has aprendido en la Palabra. Es sólo estudiando y conociendo lo que crees que puedes estar «enteramente preparado para toda buena obra» (2 Tim 3.17). Asegúrate de poder distinguir las diferentes doctrinas.

Cuando Pablo le escribió a los creyentes de Corinto les dijo algo muy interesante, sobre todo viniendo de alguien con tanto conocimiento y facilidad de palabra como lo era él: «Pues me propuse no saber entre vosotros cosa alguna sino a Jesucristo, y a éste crucificado. Y estuve entre vosotros con debilidad y mucho temor y temblor, y ni mi palabra ni mi predicación fue con palabras persuasivas de humana sabiduría, sino con demostración del Espíritu y poder» (1 Cor 2.2,3).

No nos engañemos, Dios no necesita crear un «ambiente» para actuar, no necesitamos música suave para que el Espíritu «fluya» mejor.; no es necesario manipular los sentimientos y emociones para que las personas se conviertan. En otras palabras: Dios no necesita del hombre , sus conocimientos, su tecnología o sus habilidades para hacer Su obra. Él puede hacer que su Palabra en boca del orador más sencillo, que no viene acompañado de grandes y ostentosos pergaminos, tenga un efecto asombroso.

Jesús dijo: «Erráis ignorando las Escrituras». Nuestros errores vienen de apartarnos o incluso de desconocer Su Palabra. Los grandes problemas para la Iglesia surgen de aquellas enseñanzas que se apartan de la doctrina bíblica y de la fe genuina en Cristo expresada en las Escrituras.

¿Tendremos el celo y la radicalidad para combatir el cristianismo masificado y sin compromiso, la exaltación del emocionalismo y la sensación como criterio del discernimiento espiritual, el sincretismo religioso, la teología de la prosperidad, el ministerio quíntuple, el gozo de la risa (o risa santa), la confesión positiva, soplos y caídas, el G12 (C.Castellanos,Colombia), Creciendo en Gracia (P.R), Pare de Sufrir (E.Macedo, Brasil), por citar tan sólo algunas tendencias que ya están en varias congregaciones; aunque esta lucha no sea una actitud muy popular en nuestras congregaciones?
Ningún creyente renacido por el Espíritu Santo debe practicar tales cosas porque es contrario a la fe cristiana. No debemos aceptar como parte de la doctrina y enseñanza prácticas extra bíblicas que pueden abrir puertas a desvíos doctrinales. Una experiencia personal no basada ni sujeta a la Palabra de Dios escrita, no es garantía de ninguna excelencia espiritual. Es la Palabra de Dios escrita la que debe normar nuestra doctrina y nuestras experiencias.
Pidámosle al Señor discernimiento espiritual para no apartarnos de su guía y su voluntad, para poder mantenernos firmes en Jesús, la Verdad, y siendo fieles a su Palabra no desviarnos con doctrinas humanas.
REFLEXIÓN: ¿Cuánto comprendo realmente la esencia de mi fe? ¿Qué debo hacer, empezando hoy, para fortalecer mi conocimiento de doctrina bíblica?
Si quieres mantenerte en buen camino, sigue las instrucciones de Dios contenidas en las Escrituras.
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*DALTONISMO: Enfermedad de la vista que hace confundir determinados colores con otros o no percibir algunos de ellos.
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