«Cuando lo tomó, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se postraron delante del Cordero. Cada uno tenía un arpa y copas de oro llenas de incienso, que son las oraciones del pueblo de Dios.» Apocalipsis 5.8 NVI.
sábado, 25 de julio de 2009
LAS ORACIONES DE LOS SANTOS
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D E V O C I O N A L
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viernes, 24 de julio de 2009
NUMEROLOGÍA HEBREA ANTIGUA
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miércoles, 22 de julio de 2009
HABLEMOS BIEN DE LOS DEMÁS
Los que trabajen fervorosamente no tienen tiempo para fijarse en las faltas ajenas. No podemos vivir de las cáscaras de las faltas o errores de los demás. Hablar mal es una maldición doble, que recae más pesadamente sobre el que habla que sobre el que oye. El que esparce las semillas de la disención y la discordia cosecha en su propia alma los frutos mortíferos. El mero hecho de buscar algo malo en otros desarrolla el mal en los que lo buscan. Al esparcirnos en los defectos de los demás nos transformamos a la imagen de ellos. Por el contrario, mirando a Jesús, hablando de su amor y de la perfección de su carácter, nos transformamos a su imagen. Mediante la contemplación del elevado ideal que él puso ante nosotros, nos elevaremos a una atmósfera pura y santa, hasta la presencia de Dios. Cuando permanecemos en ella brota de nosotros una luz que irradia sobre cuantos se relacionan con nosotros.
En vez de criticar y condenar a los demás, decid: «Tengo que consumar mi propia salvación. Si coopero con el que quiere salvar mi alma, debo vigilarme a mí mismo con diligencia. Debo eliminar de mi vida todo mal. Debo vencer todo defecto... Entonces, en vez de debilitar a los que luchan contra el mal, podré fortalecerlos con palabras de aliento.»
Somos por demás indiferentes unos con otros.Demasiadas veces olvidamos que nuestros compañeros de trabajo necesitan fuerza y estímulo. No dejemos de reiterarles el interés y la simpatía que por ellos sentimos. Ayudémosles con nuestras oraciones y dejémosles saber que así obramos.
-Tomado de El Centinela.
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sábado, 18 de julio de 2009
LA IGLESIA Y SUS OFICIALES
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viernes, 10 de julio de 2009
EL DOLOR DE UN PASTOR
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miércoles, 8 de julio de 2009
¿JUEGA USTED EL PAPEL DE CACIQUE?
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EL SIERVO DEL SEÑOR NO DEBE SER CONTENCIOSO
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martes, 7 de julio de 2009
UNA VEZ DICHO...
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LAS CARGAS DEL PREDICADOR
- Está la carga de trabajar con una congregación que no proporciona apoyo. Aunque parezca extraño, muchas congregaciones emplean a un hombre para trabajar como evangelista y luego se niegan a dar apoyo al trabajo que él quiere hacer. A menudo, el hombre que ocupa el púlpito es criticado negativamente por las mismas personas que le piden que les predique. Pablo sintió el trato ingrato que recibió de los cristianos de Corinto (2 Corintios 11.7-9). Aun más difícil es cuando el ministro es dejado solo en su lucha contra el pecado y los pecadores. Varios son los ministros que han sido triturados en su espíritu porque nadie se puso del lado de ellos en lo más duro del conflicto. Jesús sabía lo amargo que era esta copa, y Pablo también (Marcos 14.50; 2 Timoteo 4.16).
- Otra carga para el hombre de Dios es la falta de aprecio por la obra que hace. Es algo básicamente humano sentir aprecio por el que da su vida en servicio. Muchos predicadores abandonan el púlpito a causa del desdén mostrado por las congregaciones. aunque no podemos justificar el abandono del púlpito, es más condenable la ingratitud para con el ministro (Hechos 20.27).
- Está la carga de un grupo de líderes que no dan apoyo. Los líderes piden a un hombre que venga a trabajar con ellos de manera que la voluntad de Dios sea hecha en la congregación y en la comunidad. El trabajo de ellos consiste en supervisar la iglesia (Hechos 20.28). El de él consiste en predicar la palabra divina (2 Timoteo 4.2). Hay muchos líderes (miembros de Junta), que le piden al predicador, que además de hacer el trabajo de él, también haga el trabajo que a ellos les corresponde. Esto es mucho trabajo para un sólo hombre. Además esto va en contra del plan de Dios. Los predicadores a menudo se sienten agobiados por líderes que no los apoyan cuando los miembros carnales se resisten a la enseñanza de la doctrina sana y saludable (2 Timoteo 4.1-3). Es algo realmente doloroso cuando un hombre es dejado solo ante los ataques que se hacen contra él. Nuestra oración ha de ser que Dios nos dé miembros de Junta con integridad, ¡que nunca dejen que un elemento mundano crucifique a un buen hombre! Que tengamos líderes que no sacrifiquen al predicador a causa de las presiones financieras o las amenazas de los poderosos de la iglesia. Que más bien alcen sus brazos como lo hicieron Aarón y Hur por Moisés (Éxodo 17.12).
- Está la carga de una esposa que no da apoyo. Un hombre casado nunca podrá hacer lo mejor por el Señor a menos que tenga una esposa fiel y que le dé apoyo firme. Muchos son los predicadores que han hecho una buena obra debido a la ayuda eficaz de sus esposaas. Pobre, por otro lado, del predicador que tiene que trabajar en la obra del Señor con la carga de una mujer que no le importa el ministerio. Peor aun es la compañera que está en contra de la carrera de predicar el Evangelio. Muchos son los hombres que han sido avergonzados por una mujer que no tiene amor para Dios y para la iglesia. En ocasiones, hay predicadores que triunfan, no por sus esposas, sino a pesar de ellas. Pero si los tales han podido hacer tan buen trabajo con esa carga, ¿cómo les iría sin tales mujeres? Ciertamente, si una mujer es cristiana, ella ayudará a su esposo en cualquier profesión honorable que tenga. ¿Cuánto más no será en el servicio del ministerio de Dios? Si él ha de honrarla como el vaso más frágil, ella puede honrarlo como su esposo (1 Pedro 3.5-6), cabeza (Efesisos 5.23), y hombre de Dios (1 Tesalonicenses 5.13).
Conclusión: Vivimos en una época en que hay pocos predicadores. Muchos están abandonando la carrera del ministerio. No hay momento de la historia como este en que se necesitan más evangelistas que lleven la Palabra a los perdidos, y que fortalezcan a los hermanos en su lucha contra el pecado.
Oremos todos cada día para que el Señor nos ayude a llevar las cargas de los hermanos que predican en vez de ser una carga para ellos (Gálatas 6.2).
-Tomado de La Voz Eetrna.
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lunes, 6 de julio de 2009
LOS PELIGROS DE LA PREDICACIÓN
- Como tiene que agradar a Dios antes que a los hombres, el predicador se encontrará en peligro constantemente. Si quiere comprometerse para agradar a los hombres, entoncess no será siervo de Jesucristo.Esto hará que muchas veces no quede bien con la comunidad, y en ocasiones tampoco con los miembros de la Iglesia.
- Tiene que predicar todo el consejo de Dios(Hechos 20.26-27). Esto quiere decir que a veces predicará mensajes que no todos los de la congregación apreciarán. Dirán que tales lecciones no se necesitan (que en realidad quiere decir que no son populares). Su lealtad a su llamado lo pondrá en peligro de generar la ira de los miembros carnales. Puede hasta perder el puesto de predicador. El apóstol Pablo les dijo a los hermanos: «¡Ahora resulta que, por decirles la verdad, me he hecho enemigo de ustedes!» (Gálatas 4.16 TLA*).
- Predicará de temas que se necesitan, aunque no se quieran o aprecien. Ha recibido el mandato: «Tú anuncia el mensaje de Dios en todo momento. Anúncialo, aunque ese momento no parezca ser el mejor. Muéstrale a la gente sus errores, corrígela y anímala; instrúyela con mucha paciencia» (2 Timoteo 4.2 TLA). Ezequiel se encontró en la misma situación: «Dios me dijo: "Quiero que lleves un mensaje para el pueblo de Israel..., a pesar de que hablan tu idioma, son tan necios y rebeldes que te van a ignorar, como me han ignorado a mi"» (Ezequiel 3.4, 7 TLA). Aquí tenemos a un predicador con una tarea muy dura. Pero Dios le dio fortaleza para cumplir su ministerio (Ezequiel 3.8-9).
- El predicador tiene que enseñar la palabra de Dios sin hacer acepción de personas. No se puede ser fiel a Cristo y hacer distinción de personas (Santiago 2.1). Si un hombre favorece a una persona por su riqueza, su raza o influencia, el tal es condenado por Dios como transgresor (Santiago 2.9). Muchos hombres de Dios han estado en peligro por no favorecer a aquellos que están en poder.
- Por causa del éxito en su labor, muchos sentirán envidia y celos de él. Pablo se encontró con predicadores que «lo hacen sólo por competir conmigo, o porque me envidian..., y sólo quieren crearme más problemas aquí en la cárcel» (Filipenses 1.16-17 TLA). Fue la envidia lo que movió a los judíos a crucificar a Cristo (Mateo 27.18). Cuando un hermano tiene envidia del predicador, puede convertirse en un crítico de su vida y su labor, tratando de encontrarle fallas en todo tiempo. Los errores que comete son amplificados y lo bueno que hagan no se toma en cuenta.
- Los hermanos pueden ponerse en contra del predicador, si éste tiene el valor de señalarles sus faltas. Por esto mismo Diótrefes, que amaba el primer lugar, condujo una campaña en contra del apóstol Juan (3 Juan 9-10).
- Hay quienes buscan la manera de sacar fuera al predicador al poner en tela de juicio su integridad y honestidad en su trabajo. Pablo se encontró con eso en Corinto. Podemos determinar la naturaleza de los ataques por la manera en que se defendió: «... yo no los engañé por medio de las personas que les envié» (2 Corintios 12.17 TLA). También dijo: «Espero que reconozcan que nosotros sí hemos pasado la prueba» (2 Corintios 13.6). Un predicador se hace vulnerable ante las personas que no tienen escrúpulos, y que logran convencer al resto de la congregación de que algo anda mal con el predicador.
- No sería justo concluir este artículo sin mencionar que los premios que el predicador recibe son más grandes que sus tribulaciones. Hay que recordar que Cristo dijo: «Dios los bendecirá a ustedes cuando, por causa mía, la gente los maltrate y diga mentiras contra ustedes. ¡Alégrense! ¡Pónganse contentos! Porque van a recibir un gran premio en el cielo. Así malrataron también a los profetas que vivieron antes que ustedes» (Mateo 5.11-12 TLA). Pablo reconoció bien esta situación: «Estoy seguro de que los sufrimientos por los que ahora pasamos no son nada, si los comparamos con la gloriosa vida que Dios nos dará junto a él» (Romanos 8.18 TLA).
Judas dejó que Satanás entrara en su corazón, y le impulsó a traicionar a Jesús, el Hijo de Dios. Mi oración es que nunca dejemos que el diablo nos use para traicionar a un siervo del Señor que dedica su tiempo a predicar el Evangelio.
-Tomado de "La Voz Eterna", mayo 1981.
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sábado, 4 de julio de 2009
U N I D O S
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viernes, 3 de julio de 2009
LA IGLESIA DE LOS FILIPENSES: UNA IGLESIA EJEMPLAR
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