miércoles, 8 de julio de 2009

EL SIERVO DEL SEÑOR NO DEBE SER CONTENCIOSO

2 Timoteo 2.24-26
Me parece a mí, que este es uno de los mandamientos que nos cuesta mucho más obedecer. Especialmente a nosotros, que toda la vida hemos escuchado repetir con mucha vehemencia la exhortación bíblica la cual dice: «Que contendáis ardientemente por la fe» (Judas 3 ).
No, no hay ninguna duda, que nuestros hermanos quienes nos enseñaron este versículo 3 de la Carta de Judas hicieron bien. Pero, creo que hubieran hecho mejor, si con la misma vehemencia nos hubiesen repetido el pasaje también bíblico que dice: «Porque el siervo del Señor no debe ser contencioso, sino amable para con todos, apto para enseñar, sufrido» (2 Timoteo 2.24 ).
Por supuesto que estas dos partes bíblicas, no son un contrapunto, sino un verdadero complemento para todo cristiano. Hasta creo que ningún siervo de Dios debiese contender hasta que comprendiese y amase el significado de "no ser contencioso". Y que bien haríamos cada uno de los cristianos en tomar muy en cuenta todos los textos relacionados y afines a ésto. Como por ejemplo:
«Vuestra gentileza sea conocida de todos los hombres. El Señor está cerca» (Filipenses 4.5); y «Nada hagáis por contienda o vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo» Filipenses 2.3).
¿Cree usted que decimos estos textos para desanimar a los hermanos y lograr que no contiendan ardientemente por la fe? -¡Por supuesto que no, mil veces no! Estamos agradecidos con Dios y con los hermanos, que con valor, y con mucho celo espiritual están siempre dispuestos a combatir con fervor y con mucho esmero el error doctrinal y las diferentes herejías que surgen aún en el pueblo de Dios.
Pero siempre hay un peligro, Cristo lo advirtió, y Pablo lo tuvo muy en cuenta. Cristo sabía, que el celo religioso sin inteligencia espiritual y sin amor es completamente mortal y muy dañino. Pues se llega a ser capaz, hasta de arrebatarle la vida a otro ser humano y no sentir ninguna carga de culpabilidad, y se piensa que está ayudando a la justicia de Dios (convirtiéndose muchos, a sí mismos en justicieros divinos).
«Os expulsarán de las sinagogas; y aun viene la hora cuando cualquiera que os mate, pensará que rinde servicio a Dios. Y harán esto porque no conocen al Padre ni a mí» (Juan 16.2-3).
Sí, tenemos la obligación y la ineludible responsabilidad de trabajar en la tarea de: exhortar, corregir, prevenir, y combatir el error con toda la fuerza. De la misma manera que lo hacían los primeros cristianos con el asunto doctrinal de la circuncisión. Pero aún ellos escucharon de Pablo las siguientes palabras. «porque en Cristo Jesús ni la circuncisión vale algo, ni la incircuncisión, sino la fe que obra por el amor» (Gálatas 5.6).
Nadie que sea un cristiano verdadero, negará la importancia de contender ardientemente por la fe. Pero también hay que admitir, que con la bandera de la defensa de la fe, se han arruinado muchas vidas honestas, se han dividido familias cristianas, y hasta se han acabado congregaciones enteras. En fin, se han roto muchas amistades, y se han derramado muchas lágrimas de impotencia y amargura.
El personalismo egoísta, el amor al poder, y muchas veces hasta el amor al dinero, ha tomado el lugar del amor de Dios.
Dios quiera, que los hermanos espirituales y maduros algún día digan de su congregación: «Pero estoy seguro de vosotros, hermanos míos, de que vosotros mismos estáis llenos de bondad, llenos de todo conocimiento, de tal manera que podéis amonestaros los unos a los otros» (Romanos 15.14).
Creo que nunca debemos olvidar que: debiéramos ser amables para con todos, tener mucha paciencia, gentileza, y mansedumbre, buscar siempre estar en paz con todas las personas, y cumplir así, el mandato de no ser contencioso y el de contender ardientemente por la fe. Esto no será fácil, pero siempre será mandato de Dios.
-Polo Trujillo.
-Tomado de la revista La Voz Eterna.
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1 comentarios:

spogl dijo...

¡Excelente exposición! Muy necesaria para los tiempos que vivimos. Gracias por publicar. Que el Señor le continúe bendiciendo.