sábado, 17 de diciembre de 2011

LO INEVITABLE

Es inevitable que la gente nos defraude, peque contra nosotros e incluso nos difame a propósito. Si invertimos nuestras energías en tratar de hacérselo pagar y arruinar a la otra persona, nos estamos degradando, e incluso peor: nos volvemos como la misma persona a la que despreciamos. Responder al pecado con perdón, gracia y misericordia es algo glorioso. Cualquier persona inmadura puede responder con odio, pero la marca de alguien que tiene una fe auténtica es responder con mansedumbre, entendimiento y perdón. Si usted responde así, sabrá que Jesucristo está trabajando en usted. No estar dispuesto a perdonar significa que pretendemos que todos los que nos rodean sean perfectos, algo que nosotros mismos nunca lograremos. Con sabiduría  aprendemos a perdonar porque sabemos que también nosotros hemos pecado, muchas veces de la misma forma que han  pecado otros contra nosotros: "No prestes atención a todo lo que se dice, y así no oirás cuando tu siervo hable mal de ti, aunque bien sabes que muchas veces también tú has hablado mal de otros" (Eclesiastés 7.21-22).
El enojo, la amargura y la falta de perdón nos impide sentir las profundidades del gozo.

0 comentarios: