sábado, 17 de diciembre de 2011

EL PERDÓN

Muy al principio, el Antiguo Testamento nos ofrece algunos cuadros sorprendentes del perdón. Quizás el más conmovedor es el perdón de José a sus hermanos por haberlo vendido como esclavo (Gén. 45). José, atrapado en un pozo, escuchó a sus hermanos cuando estos discutían su destino (Gén. 37.26-27). Sabía que sus planes originales eran matarlo, y que la decisión de preservarle la vida y venderlo como esclavo fue por puras razones económicas: ¿para qué hacer desaparecer a tu hermano si puedes ganar algo de plata vendiéndolo? Pero aunque estaba consiente de este conocimiento, José decidió mirar el cuadro completo al final. "Es verdad que ustedes pensaron hacerme mal, pero Dios transformó ese mal en bien para lograr lo que hoy estamos viendo: salvar la vida de mucha gente. Así que, ¡no tengan miedo! Yo cuidaré de ustedes y de sus hijos" (Gén. 50.20-21). José se podía haber vengado muy fácilmente de sus hermanos, pero tomó el noble sendero de una fe auténtica, y no solo se negó a albergar rencor, sino que sustentó generosamente a los mismos hermanos que lo habían tratado tan terriblemente. Una cosa es no devolver los golpes, y otra es responder bendiciendo a quien nos ha odiado. 

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