miércoles, 10 de agosto de 2011

¿CURIOSIDAD O COMPASIÓN?

¿POR QUÉ, cuando escuchamos acerca de alguien que está sufriendo, estamos más interesados en los detalles de qué, por qué, cuándo, y dónde, que en cómo podríamos ayudar?

Cuando los discípulos pasaron junto al mendigo ciego (Juan 9.1), su curiosidad en cuanto a por qué estaba sufriendo fue mayor que la posibilidad de tenderle la mano y ayudarlo. «¿Quién pecó, éste o sus padres, para que haya nacido ciego?» preguntaron (v 2). Su pregunta sorpresa para Jesús reveló que estaban terriblemente fuera de sintonía con el corazón de su Maestro. De hecho, por detrás de su pregunta estaba rondando un espíritu sentencioso --un deseo de saber a quién echarle la culpa-- ¡como si eso hiciera que alguien se sintiera mejor!

Afortunadamente, Jesús proporcionó el modelo para una respuesta compasiva. En vez de especular o condenar, hizo acopio de todos Sus recursos para ayudar, lo cual en este caso significó dar sanidad total. Dejó muy claro que la ceguera del hombre tenía como propósito ofrecer un momento para que Dios fuera magnificado por medio del toque compasivo de Jesús.

¿Sientes curiosidad acerca del problema de alguien? Asume el estilo de Jesús y ve más allá del punto de la curiosidad hasta llegar al punto de la necesidad de dicha persona. Reemplaza la curiosidad por la compasión. Tiéndele la mano y toca el dolor de alguien. Muestra el amor compasivo de Jesús en acción.


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-Joseph M. Stowell

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