jueves, 29 de octubre de 2009

EL ESPEJO

Juan quería ser distinto, consideraba que todo en él era demasiado vulgar, no se destacaba por nada, ni siquiera por su nombre, el cual odiaba por ser "demasiado Común."
Tal vez un nuevo peinado, o una forma de vestir menos formal..., pero no..., era muy poco cambio. Él quería ser alguien jamás visto, diferente a todo lo conocido.
Un día mirando como se deformaba su imagen en el agua se le ocurrió una idea. Tomó una navaja muy filosa y se cortó la nariz y la oreja derecha y los intercambió de lugar. El resultado fue maravilloso según su criterio, descubrió que podía oler los sonidos y escuchar los olores. Soy único...decía. Era feliz.
Pero Juan era humano, y como tal, al poco tiempo no se conformó con lo distinto que era y quiso cambiar más. Tomó nuevamente la navaja e hizo incisiones en la lengua y se sacó un ojo, colocó la lengua en la órbita vacía y el ojo sobre los labios.
Estaba maravillado, ahora podía ver los sabores y degustar las imágenes. Era nuevamente feliz, no existía nadie en toda la creación tan "distinto" como él lo era.
Tan orgulloso estaba que quiso apreciar en detalle su creación y se puso frente a un gran espejo que descansaba en el comedor de su casa. Lo que observó le causó tal repulsión que al instante... murió del susto.

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