jueves, 22 de octubre de 2009

DRAGONES EN LA IGLESIA

Los dragones, por supuesto, son bestias ficticias, reptiles monstruosos con garras de león, cola de serpiente, alas de murciélago y piel escamada. Lanzan fuego y humo por la boca y tienen el empuje de un tanque de guerra. Sólo existen en la imaginación. Pero hay dragones de una clase diferente, decididamente reales, dentro de la iglesia. A menudo sinceros, santos, bien intencionados, pero sin embargo dejan úlceras y relaciones tirantes; pueblan de emociones heridas por todo su camino.

-------------------------------------------------
Estos dragones no pasan la noche sin dormir, pensando en formas de ser desagradables o en argucias para romper todo lo que hacemos, pero de alguna manera socavan el ministerio del pastor, volviéndolo loco o sacándolo de la iglesia.
¿Dónde es más probable que aparezcan los dragones? Después de entrevistar a varios sobrevivientes de las guerras contra estos especímenes, aparecen algunas observaciones comunes sobre sus habitats más frecuentes.
*Entre partidarios iniciales fuertes. A menudo la oposición comienza a desarrollarse incipientemente desde aquellos mismos responsables de nombrar al futuro pastor.
Un colega, ahora en su quinta iglesia, dice: «Un ministro anciano y sabio me dijo que la persona que más probablemente se convirtiera en el crítico más severo, sería quien me fuera a buscar a la estación en mi primera visita como candidato. De cinco iglesias en las que he estado, la predicción viene acertando en tres de ellas».
¿Por qué ocurre esto? Quizás es porque están emocionalmente atados a la iglesia, sintiendo un mayor sentido de propiedad. O quizás se trata simplemente de personalidades fuertes.
*Entre los que comparan. Los dragones han tenido, sin lugar a dudas, experiencia previa en la iglesia. Ya sea en cualquier otra parte o en esa misma con pastores previos. Un pastor de una pequeña localidad, que cuenta entre su congregación a la viuda del pastor anterior, fue confrontado por ella un domingo de mañana, diciéndole: «Traté de llamarlo el lunes pasado, y su esposa me dijo que era su día libre». Luego de resoplar y tomar aire, continuó: «Quiero hacerle saber que mi esposo nunca se tomó un día en 23 años de ministerio». Gracias a Dios, el colega se contuvo a tiempo antes de señalarle que su esposo había muerto a la edad de 45 años.
A menos que la congregación haya estado sin ministro por mucho tiempo, el espíritu del pastor anterior estará muy presente. En su sucesor, algunos van a querer una copia, otros querrán un contraste absoluto. El sólo hecho de que la gente alabe a los pastores anteriores no significa que vayan a ser dragones. Lo más probable es que no sean tan peligroso como aquellos con el hábito de criticar a los ministros anteriores.
*En el aconsejamiento. Aquellos a quienes usted aconsejó (o sus familiares) suelen convertirse en eternamente agradecidos por su ayuda o infernalmente resentidos porque usted sabe demasiado. «La esposa de uno de mis diáconos vino a verme sobre sus dificultades en el matrimonio. Su esposo se negó a admitir que había un problema., y su relación conmigo se rompió porque él sabía lo que su esposa me estaba contando. Finalmente, él fue el instrumento para forzar mi renuncia», dice un pastor, quien está ahora en otra iglesia.
*Entre aquellos quienes una vez sintieron un llamado al ministerio. Las mayoría de los pastores indican que no tienen tantos problemas con aquellos que están corrientemente en el trabajo cristiano como con aquellos que deberían estar en el ministerio y no lo están. «Son los pastores frustrados que quieren manejar la iglesia», dice un colega consultado.
Otro informa que su dragón es un colega que, para ayudarlo, cuando concluyó su último pastorado, la denominación le dio un trabajo administrativo hasta que tuviera otro destino. Comenzó a venir a su iglesia y esta situación se prolongó por varios años. Antes hacía de pastor, ahora dragonea al colega.
¿Cuál es la solución a estos dragones? Por supuesto que se debe ver cada caso en particular, pero todos los consultados coincidieron en lo mismo: Buscarles áreas definidas de trabajo, y de buen trabajo. «Teníamos una pareja joven que se había comprometido a ir al exterior durante una conferencia misionera, pero nunca se iban», dice un pastor de otra ciudad. «Eran un motivo de disenso hasta que identificamos lo que podían hacer con gusto: los pusimos como tutores de algunos chicos de la ciudad. Ahora se sienten bien con respecto a la iglesia».
El ministerio es un compromiso de cuidar a todos los miembros del cuerpo, aun a aquellos cuyo aliento está teñido por humo de los dragones.
-Por Marshall Shelley
Desarrollo Cristiano Internacional
***********************************
*****************

0 comentarios: