Así como abundan en nosotros las aflicciones de Cristo, así también por el mismo Cristo abunda nuestra consolación.
De participar de sus padecimientos.-Alégrense de ser partícipes de los sufrimientos de Cristo, para que también se alegren grandemente cuando la gloria de Cristo se revele.-Si morimos con él, también viviremos con él.-Y si somos hijos, somos también herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados.
Por eso Dios, queriendo demostrar claramente a los heredereros de la promesa que sus propósitos no cambiam, les hizo juramento, para que por estas dos cosas que no cambian, y en las que Dios no puede mentir, tengamos un sólido consuelo los que buescamos refugio y nos aferramos a la esperanza que se nos ha propuesto.-Nuestro Señor Jesucristo mismo, y nuestro Dios y Padre, que nos amó y nos dio consuelo eterno y buena esperanza por su gracia, les infunda ánimo en el corazón y los confirme en toda buena palabra y obra.
2 Corintios 1.5; Filipenses 3.10; 1 Pedro 4.13; 2 Timoteo 2.11; Romanos 8.17; Hebreos 6.17, 18; 2 Tesalonicenses 2.16, 17.
Versión: Reina-Valera Contemporánea 2011
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