PERDÓN POR NO PEDIRTE PERDÓN

      Muchas veces me he preguntado hasta dónde llega nuestra capacidad como seres humanos para perdonar a los demás las ofensas que nos hacen.

      Hace días leí una nota que hablaba sobre le mejor pegamento del mundo, y el título llamó mi atención, ya que creí que de verdad se trataba de una maravilla de pegamento. Pero mi sorpresa fue mayúscula cuando leí la siguiente línea: «El mejor pegamento del mundo . . . EL PERDÓN».

      La mayor parte del tiempo nos sentimos ofendido, y lo que buscamos es que la persona que nos ofendió, venga arrepentida y nos diga: «Lo siento». Pero no pasa así.

      Nos quedamos esperando y albergando maslos sentimientos en nuestro corazón, que para nada nos benefician; al contrario, menguan nuestro buen estado de salud, porque de ser una ofensa pasa a ser una carga, porque de verdad queremos escuchar una disculpa.

      Pero pregunto yo: ¿Acaso no sería más fácil ir con aquella y otorgarle el perdón sin que nos lo pida, y así liberar nuestra alma de un peso innecesario?

      El mejor ejemplo que podemos tener, como en todos los casos sucedidos en nuestra vida, es nuestro señor Jesucristo, quien nos otorgó el perdón mucho antes de que nosotros reconociéramos que nos hace falta tener un acercamiento hacia Él.

      Este día te invito a reflexionar en esto, y entender  que no podemos ir por la vida teniendo compasión de nosotros mismos, porque los demás nos ofenden y no se disculpan; cambiemos nuestra actitud y perdonemos, para vivir con nuestro corazón libre de sentimientos innecesarios.

      Y analicemos esto: Si la actitud que tomamos ante las situaciones  que se presentan en nuestra vida nos llevara a conseguir algo mejor de lo que tenemos, mantengámonos en esa posición. Pero si lo que hacemos hiere el corazón de otro, y no logra mantenernos felices, es hora de recapacitar y cambiar de rumbo.

      Siempre todo lo que hagamos que sea para edificación de nuestra propia vida, y sobre todo, en bendición de nuestro semejante.

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-Nelly Madonado

Fuente: Revista CENTINELA

México