Cuando nuestros sueños se hacen añicos, ¿cómo reaccionamos? Cuando José, el hijo favorito de Jacob, fue vendido como esclavo por sus hermanos (Génesis 37.12-36), podría haber caído en la autoconmiseración y en la autocompasión. En cambio, permaneció fiel al Señor. En Génesis 39, leemos cuatro veces que «Jehová estaba con José» (vv. 2,3,21,23) y que su proceder revelaba su fidelidad a Dios. Su vida ejemplar hizo que aquellos a quienes servía en Egipto reconocieran que el Señor estaba con él.
¿Amamos a Dios más que nuestros sueños? Aunque es probable que José haya lamentado la pérdida de su vida pasada y lo que podría haber tenido, Dios lo guió para cumplir con un llamado que él jamás se hubiese imaginado. Hoy el Señor anhela guiarnos. ¿Estaremos dispuestos a ser redirigidos por Él?
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«El corazón del hombre piensa su camino;
mas Jehová endereza sus pasos»
Proverbios 16.9
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