sábado, 29 de enero de 2011

LA APARIENCIA Y LA VIDA

Cuando el Señor envió a Samuel a ungir a un nuevo rey sobre Israel (1 Samuel 16.1), Dios le recordó ver más allá de las características físicas: «No mires a su apariencia, ni a lo alto de su estatura . . . pues Dios ve no como el hombre ve, pues el hombre mira la apriencia exterior, pero el Señor mira el corazón» (v 7).
La Palabra de Dios condena duramente a aquellos que muestran favoritismo basado en las apariencias (Santiago 2.1-2). Cuando comenzamos a ver a las personas con los ojos de Dios, nuestro enfoque cambiará de la apariencia a la vida.
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Nuestros espejos reflejan la apariencia exterior;
el espejo de Dios revela la condición interior
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