martes, 14 de diciembre de 2010

DESDE EL CORAZÓN DEL SEÑOR

«... por tus palabras serás reivindicado, y por tus palabras serás condenado.»
Mateo 12.37 RVC
Permítanme introducir esta reflexiòn recordándoles que yo no soy el autor de las palabras del texto, fue Jesús quien las dijo. Y esto pone esta declaración en la perspectiva seria, ¿verdad?
Muchas veces hemos escuchado que "los palos y las piedras pueden romper mis huesos, pero las palabras nunca me harán daño." Pero eso no es cierto ¿verdad? Nuestras palabras duelen realmente. Ellas pican, ellas hieren, ellas perjudican. Jesús dijo que seríamos responsables de ellas.
"Solamente las digo tal como es", esto es una excusa común para arruinar a alguien, ¿pero seríamos tan veloces para descargar tan rápidamente si primero recordáramos que esas mismas palabras serán traídas a nuestra cuenta cuando estemos de pie ante Dios un día? Y de todos modos, ¿por qué tratar este tema en la Navidad?
Por la misma razón que esta es la Navidad, por eso es. Aquel que dijo esas palabras mientras anduvo en la tierra, primero vino como un niño, humilde y sin embargo era de sangre noble, para mostrarnos primero cómo vivir -y luego morir en nuestro lugar. Aunque la mayoría de la gente rechace ese regalo sin precio, nosotros que lo ceptamos no tenemos ninguna excusa para herir a los demás con nuestras palabras. Efesios 4.15 nos motiva a decir la verdad "en amor" de modo que "podamos crecer en todo hacia aquel que es la cabeza, esto es, Cristo" Los creyentes maduros buscan la ayuda de Dios para guardar sus labios y no causar daño y herir a los demás solamente por satisfacer su egoismo, y más bien dicen la verdad en amor, con el propósito de dar vida, sanidad y reconciliación.
Mientras hacemos muchas de nuestras actividades en esta Navidad, recordemos las palabras de Aquel cuyo nacimiento celebramos y pesemos nuestras palabras antes de decirlas. Hay suficiente negatividad proclamada por aquellos que no conocen a Cristo. Respondamos nosotros diciendo palabras de amor y vida y alegría a oídos y corazones que tan desesperadamente necesitan oirlas.

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