lunes, 15 de noviembre de 2010

D E S Q U I T Á N D O N O S

«..., sean buenos y compasivos los unos con los otros, y perdónense,
así como Dios los perdonó a ustedes por medio de Cristo»
Efesios 4.32 TLA
Cuando nosotros o alguien a quien amamos ha sido herido, puede que pensamientos de venganza dominen nuestra mentes. Pero nunca podremos «desquitarnos». El Dr. Lewis Smedes, profesor de teología, escribió extensamente sobre el perdón en su libro Perdona y Olvida, diciendo: «La venganza nunca iguala el puntaje, por cuanto las personas alienadas nunca llevan la puntuación de las injusticias con la misma matemática. El perdón es la única manera de detener el ciclo del dolor injusto que se produce en nuestra memoria.»
Estas profundas reflexiones nos ayudan a entender por qué Pablo escribió con urgencia «Sea quitada de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritos, maledicencia, así como toda malicia. Sed más bien amables,... perdonándoos unos a otros, así como también Dios os perdonó en Cristo.» (Efesios 4.31-32). Pablo sabía que un espíritu de perdón era esencial para la supervivencia espiritual de los efesios. Su llamado se basaba en el perdón a ellos por parte de Dios.
Smedes dijo que el perdón no es olvidar, excusar, o dejar de lado las cosas. En vez de ello, el perdón rompe el ciclo de venganza y «crea una nueva posibilidad de justicia librándonos del pasado injusto. Perdonar es la labor más dura del amor, y su riesgo más grande. Perdonar es bailar al ritmo del corazón perdonador de Dios. Es cabalgar sobre la cresta de la ola más fuerte del amor. Perdonar es liberar a un prisionero y descubrir que el prisionero eras tú.»
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La venganza nos encarcela; el perdón nos libera.
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