miércoles, 8 de septiembre de 2010

LA PREDICACIÓN ES INDISPENSABLE PARA EL CRISTIANISMO

La predicación es indispensable para el cristianismo. Estas palabras afirman una fuerte convicción personal. Creo en la predicación, y creo que no hay nada mejor dirigido a restaurar la salud y la vitalidad de la Iglesia o a llevar a sus miembros a la madurez en Cristo que la recuperación de la predicación verdadera, bíblica y contemporánea. La tarea de predicar hoy en día es extremadamente exigente, la de buscar construir puentes entre la Palabra y el mundo, entre la revelación divina y la experiencia humana, y relacionar ambas con integridad y pertinencia. Así es cómo nuevamente llega a nosotros el llamado de Dios a permitirnos más tiempo para estudiar y preparar, y a resolver predicar con sinceridad, valor y humildad.
La pregunta que salta a nuestros labios es: ¿quién puede con estas cosa? El privilegio es grande; la responsabilidad, gravosa; las tentaciones son muchas, y las normas son altas. ¿Cómo podemos esperar responder adecuadamente?
Como respuesta, quisiera compartir con ustedes un simple secreto. Lucho conmigo mismo por recordarlo y, siempre que soy capaz de hacerlo, resulta extremadamente útil. Comienza con el hecho negativo del Salmo 139 de que, dondequiera que vayamos, no podemos escapar de Dios, y continúa con la contraparte positiva de que, dondequiera que estemos, "aún allí" su diestra nos conduce y sostiene. Y más aún. Sus ojos están sobre nosotros , y sus oídos están abiertos a nuestras palabras y oración (Sal. 32.8; 34.15; 1 Pedro 3.12). Esta verdad es importante para cada cristiano, pero tiene especial significado para el predicador. Como ejemplos escojo a Jeremías en el Antiguo Testamento, y a Pablo en el Nuevo Testamento.
Jeremías: Tú bien sabes lo que he dicho, pues lo dije en tu presencia (Jer. 17.16).
Pablo: Más bien, hablamos con sinceridad delante de él en Cristo, como enviados de Dios que somos (2 Cor. 2.17). ¡Más bien, hemos estado hablando delante de Dios en Cristo! (2 Cor. 12.19).
En verdad, cuando predicamos, hablamos a los ojos y oídos de seres humanos, y ellos nos desafían a ser fieles. ¿Pero cuánto más es el desafío de tener conciencia de predicar a los ojos y oídos de Dios? Él ve lo que hacemos y escucha lo que decimos. Nada nos hará deshacernos más rápidamente de la pereza y la frialdad, de la hipocresía, la cobardía y el orgullo que el conocimiento de que Dios ve, escucha y toma en cuenta. ¡Qué Dios nos conceda una conciencia más constante y v´vida de su presencia, para la cual todos los corazones están abiertos y ningún secreto encubierto! ¡Dios conceda que que, al predicar, tengamos mayor conciencia de lo que él ve y escucha, más de lo que la congregación ve y escucha, y que este conocimiento nos inspire a ser fieles!
-John R. W. Stott
"La predicación puente entre dos mundos"
Libros Desafío - 2000

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