jueves, 26 de marzo de 2015

PARA MEDITAR



Las palabras que digamos tendrán consecuencias a largo plazo. Nuestros comentarios, nuestros cumplidos e incluso nuestras duras críticas pueden quedarse pegadas al oyente por décadas.

La poetisa Emily Dickinson decía: "Algunos dicen que una palabra está muerta cuando se pronuncia", pero no es así, pues ese es el día cuando recién comienza a vivir.

No es de sorprender que las Escrituras digan: "El que refrena sus labios es prudente" (Proverbios 10:19). Las palabras que decimos hoy siguen vivas. Asegurémonos que provengan de "la lengua del justo" (v. 20).

La lengua es un órgano que puede crear discordia o armonía.

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