Cuando el amor de Dios brilla en nuestro corazón, nos volvemos más receptivos con los demás. Esto permite que la fragancia de su amor fluya y atraiga a quienes nos rodean.
Dios puede difundir la fragancia de su amor a través de nosotros hoy.
Publicado por Luciano Grillo Gutiérrez en 6:49
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