A veces, hace falta algo como un accidente o una enfermedad para que nos acordemos de la obra maestra que constituye nuestro cuerpo. Así que, la próxima vez que enfrentes una interrupción inesperada, sin importar su causa, ¡centra tu atención en el amor maravilloso de Cristo y eleva tu corazón en gratitud y adoración aun en medio del dolor!
lunes, 13 de octubre de 2014
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
0 comentarios:
Publicar un comentario