Muchos de los judíos habían venido a Marta y a María, para consolarlas por su hermano.
Juan 11.19
Marta y María estaban rodeadas de amigos y dolientes que las consolaban cuando murió su hermano Lázaro (Juan 11.19). Más tarde, Aquel a quien más deseaban ver, Jesús, llegó y lloró con ellas (Jn. 11.33-35). La gente exclamó: «Mirad cómo le amaba» (v. 36).
Ante cualquier clase de pérdida, Cristo siempre nos consuela con su presencia, y nosotros podemos compartir en gran medida su compasión mediante el simple regalo de acompañar con nuestra presencia a los que sufren.