lunes, 24 de junio de 2013

PARA RECORDAR

El Señor guió al pueblo de Israel por una columna de nube de día y una columna de fuego de noche.
Éxodo 13.21

    El comentarista  Arthur Pink establece un paralelo significativo entre esta nube en el desierto y el Espíritu Santo en la vida de un creyente y destaca que así como la nube fue un regalo de gracia a los israelitas, el Espíritu Santo es un regalo al hijo confiado de Dios (Juan 14.16).
    Cuando somos guiados por el Espíritu, nuestras vidas se caracterizarán por el amor, el gozo, la paz y el dominio propio (Gálatas 5.16, 22-23). Seremos testigos efectivos de Cristo cuando viajamos por el desierto de este mundo.

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