lunes, 7 de marzo de 2011

EXPECTATIVAS REALISTAS

Una de las cosas que he aprendido a medida que he envejecido es no esperar demasiado de los demás. Es posible poner mucha energía y amor en un amigo o miembro de la congregación, o miembro de nuestra familia y ver que éste no crece o que no paga nuestros esfuerzos con gartitud. Incluso es posible que otros sean los que reciben el crédito por el trabajo que hemos hecho.
Si esperamos que todos reconozcan y agradezcan lo que hemos hecho por ellos, ciertamente quedaremos profundamente heridos. Comenzamos a preguntarnos: «¿Es éste todo el agradecimiento que recibo»?
En esos momentos de decepción, es bueno examinar nuestros motivos.¿Podemos dar con libertad y dejar que los demás se responsabilicen de sus propias respuestas? El apóstol Pablo pasó por momentos de decepción en su servicio al Señor cuando todos lo abandonaron. Sin embargo, su enfoque estaba en la fortaleza que Dios le daba para que «se cumpliera cabalmente la proclamación del mensaje» por medio de él (2 Timoteo 4.16-17).
Nunca debemos esperar obtener de los demás lo que sólo Jesús puede dar. Hacer eso es algo totalmente poco realista. Nuestra tarea es simplemente dar y dejar los resultados a nuestro Maestro, sabiendo que con el tiempo recibiremos Su recompensa: «Bien, siervo bueno y fiel» (Mateo 25.21).

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