sábado, 5 de septiembre de 2009

EL MINISTRO Y SU DENOMINACIÓN

Un pastor de larga experiencia dijo que por cada punto negativo en cuanto a la membresía en una denominación hay cuando menos diez puntos positivos. Es una gran ventaja pertenecer a una denominación, sobre todo cuando la iglesia nacional mantiene relaciones fraternales con las otras iglesias de la misma denominación en todo el mundo. Uno llega a darse cuenta así que el círculo no es tan reducido como pareciera y que somos mucho más de lo que pensamos.
Pero no vamos a ocuparnos aquí de las ventajas sino más bien de las responsabilidades que significa pertenecer a la denominación. Es muy importante la asistencia y participación activa del pastor en las conferencias (concilios) distritales y nacionales. Algunos acostumbran asistir sólo en raras ocasiones. Esto les priva a ellos de la bendición de la confraternidad y ministerio de sus hermanos y les priva a los demás de la bendición de su propio ministerio.. En la iglesia de Jesucristo todos necesitamos del ministerio de todos como miembros del cuerpo. No podemos prescindir del resto del cuerpo ni tampoco privarle de nuestra función como miembros en particular.
En nuestro sistema de gobierno, es de mucha importancia ejercer el derecho del voto con plena conciencia de lo que hacemos. Este es quizá es el acto en que más deberíamos buscar la guía del Señor. para que nuestra democracia dé lugar a una verdadera teocracia. Esto se logrará si al votar cada uno de nosotros se transforma en un canal através del cual Dios pueda manifestar su voluntad para el gobierno de su iglesia. Que Dios nos guarde de elegir despreocupadamente, a desgano o por mera simpatía y mucho más de participar en movimientos de tipo político que podrían desvirtuar el sentido de nuestra democracia. Donde esto ha ocurrido el daño que se ha hecho a la obra de Dios ha sido grande y los que se han involucrado, han sufrido amargas consecuencias.
Es un deber moral apoyar financieramente los proyectos de nuestra organización y cumplir cabalmente con todas las obligaciones en este aspecto. Algunos piensan más en lo que pueden recibir de la oragnización que en lo que pueden dar. Esto es contrario a las palabras del Señor y es una falta de genuino espíritu cristiano.
La honra que merecen los líderes no es en razón de su misma persona, sino del cargo que ocupan. Debemos reconocer a los líderes de la iglesia como ordenados por Dios y ejerciendo un ministerio a nuestro favor y el de la iglesia en general. Mantener una relación de cordial amistad con aquellos que el Señor ha puesto al frente de la obra allanará muchos problemas que tienen la apariencia de complicados. Si tuviéramos algo en contra de la forma de actuar de algún consiervo, jamás usemos el arma de la censura. Tengamos el valor y amor suficientes para tratarlo íntima y personalmente. Al hacerlo así, ayudaremos a nuestro hermano si es que realmente está equivocado, o en caso contrario, tendremos la oportunidad de cambiar su opinión. Si en algo no nos pusiéramos de acuerdo, eso no debe afectar nuestra amistad, ya que se puede diferir en opiniones y todavía amarse y glorificar a nuestro Señor. Romanos 14.1-8.
No quedemos con la mira puesta en los estrechos límites de nuestra propia iglesia. Comprendamos que somos una gran familia y estemos dispuestos a colaborar para el adelanto de la misma aun a costa de nuestros intereses o gustos. Romanos 15.3. Llegado el caso de que se nos llamara a servir en alguna posición oficial, recordemos que ése es un lugar de servicio, no de mando, y que finalmente hay un sólo y gran Pastor de las ovejas. Hebreos 13.20; 1 Pedro 5.2-4.
-Ángel Furlan, Asambleas de Dios, Argentina
La Ética Ministerial
-Tomado del libro La Brújula para el Ministro Evangélico, pp 155-156.
Editorial Vida.
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