viernes, 14 de agosto de 2009

¿QUÉ SIGNIFICA SER NAZARENO HOY?

Para nadie es un secreto que, en medio del "renacimiento religioso" que la sociedad global está experimentando, confrontamos el reto de una gran cantidad de nuevos movimientos religiosos cuyas creencias y prácticas se han difundido transversalmente, afectando a las iglesias cristianas de muchas maneras, creando sincretismos sutiles.
Decía Jhon A. Mackay, «Hay momentos en la historia de las personas y de los pueblos, particularmente en tiempos de crisis, cuando la memoria de ayer abre camino hacia el mañana, cuando el despertar de un sentido de herencia se convierte en poderoso determinante de un destino.»
A la luz de estos desafíos conviene preguntarnos: ¿Qué legado hemos recibido de los nazarenos pioneros, nacionales y extranjeros, que con su esfuerzo tesonero llevaron adelante un trabajo que ha impactado a varias generaciones de peruanos? Sin duda hay una herencia que estamos en la imperiosa necesidad de preservar... Seguramente que con el paso del tiempo, hay aspectos de nuestro ministerio como iglesia que tienen que ser revisados y adaptados a nuevos desafíos y circunstancias. Pero, en medio de todo ello, hay un núcleo de elementos que constituyen nuestra herencia como iglesia y que estamos en la responsabilidad de preservar.
Los nazarenos peruanos estamos conscientes de que somos parte de una iglesia con un legado definido. La importante declaración registrada en nuestro Manual, describe a una iglesia que está arraigada en una rica historia cristiana. Por lo tanto, nos consideramos herederos de un legado evangélico que se conecta con la predicación de nuestro Señor Jesucristo.
Los Artículos de Fe dan el mejor testimonio de lo que es nuestro depósito de la fe, según la expresión Paulina. Estos no constituyen simples declaraciones doctrinales sin su correspondiente arraigo vivencial. Más bien, son el constante recordatorio del marco de vida dentro del cual hemos de movernos para el cumplimiento de nuestra misión. La identidad evangélica que caracteriza a nuestra iglesia brota de un serio compromiso con las Escrituras, como nuestra máxima norma de fe y conducta.
Dentro de este legado evangélico, asumimos con integridad el mensaje bíblico de una vida de santidad, como la norma para una fe cristiana que honra a Dios y busca ser útil a sus propósitos. En esta línea nos corresponde a los nazarenos peruanos continuar en la exploración exegética y cultural para que esta verdad bíblica pueda ser captada, vivida y transmitida en nuestros contextos culturales con integridad. Necesitamos relacionar esta enseñanza con la problemática dentro de la cual la iglesia ministra. No debe haber área del quehacer humano que quede excluida de la proclamación e influencia del mensaje de salvación total de Dios en Cristo Jesús.
Los nazarenos peruanos debemos rescatar esta parte de la herencia de nuestros antecesores porque el contexto actual nos lo demanda, para el cumplimiento de la misión, el desarrollo y ejercicio de una fe que puede erguirse en medio de las limitaciones y carencias.
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